Carancheando / RDP

(AFP)
A mi tampoco me cerró desde un principio. No me resultaba acabada la teoría de por qué le va mal al gobierno. Asumí que la inflación es culpa de los angurrientos comerciantes, di por sentado que la inseguridad es culpa de los medios hegemónicos que nos predisponen a que un fumapaco nos boletee a cambio de un billetín para la próxima dosis, confié en que el escandalete de Boudou se debió a una conspiración de los Templarios, acepté que los apagones energéticos obedecen a un fanático de Lapegüe, que Magnetto pagó un millón de extras para que tomen la calle el 8 de noviembre pasado, y tomé por dogma que, si hay problemas económicos, la culpa es de nosotros, que somos quienes pagamos impuestos contra nuestra voluntad. Asimilé todas esas explicaciones pero, sin embargo, me faltaba la figurita difícil para completar el álbum, la pieza que haría que mi Mecano finalmente funcionara. Para mi beneplácito, la sabiduría de la Presi me iluminó: los destinos del país también están a merced de un montón de jovatos garcas.
Todo encaja. Cris sostiene que estos viejos decrépitos no le hicieron juicio a las AFJP en la década del ´90 pero ahora se quejan porque cobran dieciocho figurines con la cara de Evita made in Ciccone. Ella no puede patear el corner y cabecear el centro al mismo tiempo: si te jubilaste en el 2008 con sesenta pirulos y estás cobrando la mínima, jodete por no haber previsto a los 48 años que un día un tipo llamado Boudou sería titular del Anses y le diría a Cristina que es una gran idea estatizar los fondos privados, incluso aquel dinerillo que aportaste de más para tener un mejor pasar en tu jubileo. Si trabajaste desde los 16, te jubilaste a los 65 y estás cobrando la mínima, jorobate por suponer que con 49 años de aportes, podrías llevar una vida decorosa y egoísta, sin pensar en que el Estado, además de morfarse más de la mitad de los salarios de toda tu vida en impuestos, también necesitaría de tus aportes.
Ahora que sabemos que los jubilados son unos caranchos por no querer ser pobres habiendo laburado toda la vida, y que los que reclamamos que se les pague lo que les corresponde somos unos socialistas que deseamos hacer caridad con la guita ajena, podemos dar por sentado que Cristina paga el Fútbol para Todos de su propio bolsillo, que la Asignación Universal por Hijo sale de lo que produce Máximo al organizar torneos de Fifa en la Play y que las obras públicas se bancan con cenas de beneficencia.
El único problema de haber resuelto la incógnita de porqué tenemos un año jodido, es que no entiendo qué hacen con los seis salarios y medio que me sacan al año en concepto de impuestos. Lo que sí me quedó clarito es que en el sistema democrático, nuestra participación se reduce a meter una papeleta en una caja de cartón de vez en cuando. Del resto, no deberíamos opinar. No tiene por qué llamar la atención, si es el gobierno que sostiene que recuperaron la discusión política, cuando lo único que vemos es un ejército de delirantes defenestrando la opinión de cualquiera que piense en contrario. Si también afirman que son los baluartes de la democracia, es lógico que la misma se reduzca a su más mínima expresión: sólo votar. 
(EFE)
En nombre de un 54% que ya no existe, la arquitecta egipcia se siente con la suficiente autoridad como para decidir sobre los destinos que la plata de terceros puede usarse para cualquier otra cosa, y hasta da por sentado que las acciones del Poder Judicial no son un mecanismo de defensa propio del sistema republicano, sino que son el instrumento de los chupasangres para saltar sobre el Estado. Y en una jugada, pasa de festejar el sorteo de viviendas a informarnos que pagar jubilaciones humanas es hacer socialismo con guita ajena. Así, de pronto, dejamos de ser unos fachos nazisionistas, para convertirnos en socialistas, con lo que el Cristinismo aún no definió cómo definirse ideológicamente para la temporada primavera-verano. Son libertarios a la hora de hablar de la despenalización de la marihuana y el matrimonio igualitario, pero se convierten en conservadores al momento de juzgar las simpatías políticas de otros; son los que militan por los derechos humanos, pero corren a los tiros a cualquiera por reclamar un cacho de tierra; son los que piensan en los pueblos originarios, pero los silencian, los ningunean y hasta los cargan en micros para que no se quejen en Buenos Aires; son los que fustigan a los que tienen un mango, pero no a los millonarios a costillas del Estado. A esta altura, un gran aporte a la comunidad sería la creación del Servicio Meteorológico Oficialista, para que podamos saber de antemano en qué vereda estarán parados esta semana, si en el Kirchnecristinismo Progrepobrerista Permisivo, en el Cristinialismo Conservacapitalista Represor, o en el Cristinoidismo Cuasibenefactor Festejante - Corriente Masomenoreformista.
Hablando seriamente -como siempre- creo que la batalla cultural hay que dejarla en stand-by hasta que cambie el viento. No tiene sentido ponerse a discutir en serio sobre los detalles de la realidad pretérita o actual. Esto va en sintonía con lo expresado en el texto anterior, cuando dije que Clarín le daba de comer al gobierno entregando material para que los tilden una y otra vez de golpistas y desestabilizadores. Ya sabemos -y no hacía falta una solicitada- que un pedido de investigación contra los funcionarios no es un golpe de Estado, pero también sabemos que no había necesidad de plantearlo ahora, cuando la batalla cultural ha determinado que Clarín es golpista. Lo mismo sucede a nivel individual. ¿Qué sentido tiene ir con la Constitución en la mano explicando porqué se tiene la razón a la hora de afirmar que este gobierno es una dictadura, cuando se requiere focalizar esas energías en construir un mecanismo de defensa cívica?  Es como cuando Lubertino intenta concientizar sobre el uso del preservativo, aún ante la inminencia de una violación: primero busquemos como evitar al violeta, después, si querés y tenés ganas, le damos para adelante con la batalla cultural por la utilización del profiláctico a la hora de enfundar la mandolina.
Una cosa es que utilicemos estos ámbitos informales y alternativos para descargar, hacer catarsis, reirnos del gobierno, putearlos y desmentir sus chamuyos pornográficos periódicos, y algo muy distinto es que nos focalicemos en demostrar que no somos golpistas, que no somos cipayos, que no somos gorilas, que no somos fascistas, que no somos ricachones, ni todo lo demás. ¿A quién, desde el oficialismo, le puede interesar nuestra defensa? A quienes apoyan al gobierno no les importa que Alicia Kirchner haya laburado en el Estado durante el Proceso, no les importa que Néstor y Cristina se convirtieran en exitosos abogados expropiadores de la mano de Martínez de Hoz; no les importa que el matrimonio presidencial halagara hasta el hartazgo a Menem; no les importa que Nilda Garré, Abal Medina, Diana Conti y Débora Giorgi hayan sido funcionarios de la Alianza; no les importa que Aníbal Fernández haya estado con todos y cada uno de los que asomaron la cabeza por encima del resto en el peronismo de las últimas décadas; no les importa que Cristina se apoye gremialmente en tipos que se dividen entre colaboracionistas del proceso y amigos del poder del menemismo; no les importa que en Formosa se corra a plomazos a los aborígenes; no les importa que en San Juan les tiren la cana a quienes se oponen a la megaminería a cielo abierto; no les importa que en Santa Cruz les pisen la cabeza a los docentes; no les importa que una patota se cargue a Mariano Ferreyra; no les importa que Cristina sea la Presidente más rica de la historia del país, a pesar de vivir del Estado desde hace tres décadas; no les importa que el border de Máximo pueda comprarse una chacrita de más de dos palos verdes -ni les importa que De Vido, eterno funcionario, también-; no les importa que Aerolíneas sea un polstergeist de dinero; no les importa tropezarse con los indigentes en la calle; no les importa ver un desfile de infantes repartiendo estampitas; no les importa lo que tenga para decir la mayoría; no les importa lo que tenga para decir la minoría; no les importa Boudou; no les importa Cornide; no les importa Jaime; no les importan cincuenta y un muertos en un ferrocarril...
Si no les importa nada de lo dicho arriba ¿Qué extraño mecanismo nos puede hacer pensar que les importará nuestra explicación de por qué no somos golpistas, egoístas o apátridas?
No todo está perdido. (Archivo Personal RDP)
El que apoya al gobierno desinteresadamente -no jodamos, no son todos pagos- está enamorado ciegamente. Y cuando nos enamoramos ciegamente, nos importa poco y nada las razones que nos den para no querer a esa mina que nos partió la cabeza, y hasta somos capaces de defenderla con uñas y dientes ante cualquier cosa que se diga de ella, así nos muestren una foto que reza "te extrañamos, cuchi" firmada por el plantel entero de Boca de 1985, con Pasucci a la cabeza. Ante esta situación, no podemos escribirles un texto lacaniano para explicar que no estamos celosos.
Mientras se publican estas líneas, Jefatura de Gabinete de la Nación acomoda las sillas para que arranque la jornada sobre "Gobierno en Red", donde con la nuestra le explicarán a quienes asistan sobre el valor de la batalla en internet, y la importancia de combatir a los comentaristas de los diarios. La opción es tuya: o seguís perdiendo el tiempo tratando de convencer al convencido, o te focalizás en buscar coincidencias y captar al que no piensa en todo como vos, pero que coincide en que no la está pasando bien. Todo lo demás, es gastar pólvora en chimangos. O en caranchos.
Lunes. Salgan a buscar al huérfano político, que el kirchnerista no tiene retorno. 

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