No es Hubris; es fanática megalomanÃa
Para poder hacer una adecuada evaluación acerca del comportamiento de un gobernante, es imprescindible observar detenidamente sus caracterÃsticas, su discurso, y su comportamiento a lo largo del tiempo.
Se equivocan de medio a medio quienes tratan de explicar a CFK desde sus presuntos padecimientos psicológicos. Porque no están teniendo en cuenta quien fue y quien es Cristina Kirchner.
Sociedad Conyugal
Los Kirchner fueron una sociedad conyugal con fines de lucro, compuesta por dos mitades. Una polÃtica, Néstor, y una ideológica, Cristina. La sociedad funcionó aceitadamente desde los tempranos tiempos de Santa Cruz, y hasta el 27 de Octubre de 2010, el dÃa en que la mitad polÃtica, se murió.
CFK debió, desde ese dÃa, hacerse cargo de todas las actividades que desarrollaba su marido, tanto en el armado polÃtico del paÃs, cuanto en los intrincados negocios familiares. Ella era un cuadro militante de ideologÃa severa, no una gestora, ni mucho menos una estadista. Por eso fracasó.
Si usted mira hacia atrás y hace un balance del gobierno de CFK desde la muerte de Kirchner, se va a encontrar con una larga colección de sucesivos fracasos, matizada por desopilantes intentos revolucionarios de cargarse las instituciones de la república, y tratando de sostener una épica que atrasa 60 años. Eso es Cristina Kirchner. Una fundamentalista de los discursos de su propia adolescencia, polÃticamente absurda y técnicamente inoperante.
Se equivocan de medio a medio quienes tratan de explicar a CFK desde sus presuntos padecimientos psicológicos. Porque no están teniendo en cuenta quien fue y quien es Cristina Kirchner.
Sociedad Conyugal
Los Kirchner fueron una sociedad conyugal con fines de lucro, compuesta por dos mitades. Una polÃtica, Néstor, y una ideológica, Cristina. La sociedad funcionó aceitadamente desde los tempranos tiempos de Santa Cruz, y hasta el 27 de Octubre de 2010, el dÃa en que la mitad polÃtica, se murió.
CFK debió, desde ese dÃa, hacerse cargo de todas las actividades que desarrollaba su marido, tanto en el armado polÃtico del paÃs, cuanto en los intrincados negocios familiares. Ella era un cuadro militante de ideologÃa severa, no una gestora, ni mucho menos una estadista. Por eso fracasó.
Si usted mira hacia atrás y hace un balance del gobierno de CFK desde la muerte de Kirchner, se va a encontrar con una larga colección de sucesivos fracasos, matizada por desopilantes intentos revolucionarios de cargarse las instituciones de la república, y tratando de sostener una épica que atrasa 60 años. Eso es Cristina Kirchner. Una fundamentalista de los discursos de su propia adolescencia, polÃticamente absurda y técnicamente inoperante.
"Se equivocan de medio a medio quienes tratan de explicar a CFK
desde sus presuntos padecimientos psicológicos. Debieran
observar su naturaleza..."
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El grave problema de muchos argentinos es que se creyeron que ella era otra cosa. Mitad por miedo, y mitad porque no supieron sustraerse a las campañas propagandÃsticas que la trataban de instalar como una gran dirigente.
El otro grave problema es que la enorme mayorÃa vota con el bolsillo. Y entonces, luego de la crisis del 2009, los posteriores atisbos de recuperación le hicieron ganar a CFK una presidencial con el 54% de los apoyos,
Allà pensó que la estaban votando porque suscribÃan su revolución. Y entonces vino el Vamos por Todo. Error adolescente si los hay. Los apoyos mayoritarios nunca son por amor. Son por conveniencia, o por espanto.
El entorno post Néstor
Cuando se muere Kirchner, Cristina confecciona un entorno propio con gente que ya estaba allÃ, pero que no tenÃa el predicamento que terminó adquiriendo. Pasa que Néstor tomaba todo y filtraba, para terminar decidiendo en soledad. Cristina se vio obligada a acatar, porque no tenÃa el bagaje polÃtico como para discernir.
Pasaron a tener mucha más importancia los cuadros que más se asemejaban a ella.
Zannini, Verbitsky, Garré, Kunkel; viejos cuadros de la izquierda setentista.
Moreno, con una personalidad avasallante y patotera, casi exactamente igual a la de Cristina Kirchner. Kiciloff, con sus presuntos pergaminos intelectuales, que venÃa a inyectarle juventud a una ideologÃa color sepia. Y Juan Manuel Abal Medina, todo un Ãcono por portación de apellido terrorÃficamente ilustre, en el imaginario de la presidente adolescente.
Por eso el auge e instalación de La Cámpora en todos los estamentos del estado, algo que Néstor nunca hubiera permitido, pero a quienes Cristina ve como la reedición de su vieja juventud maravillosa. Vio cuadros polÃticos donde sólo habÃa cuadros militantes. Con La Cámpora, se reeditó a si misma. Fracasaron juntos.
Conclusiones
Cristina Kirchner podrá tener trastornos de la personalidad, o incluso, alguna patologÃa psiquiátrica. Nada distinto a las de centenares de miles de argentinos, hay que decirlo.
La megalomanÃa que muestra viene de la mano con su ideologÃa. Ningún analista serio puede escindir estas cuestiones. El, por estos dÃas famoso, Sindrome de Hubris, ni siquiera existe para la medicina psiquiátrica. Es, apenas, una modesta construcción a la que algunos le asignan inmerecidos tintes de seriedad, y que intenta explicar lo que les pasa a los gobernantes ideológicamente extremos.
Es tan sencillo como eso. Le cabe tanto a Cristina Kirchner, como a Hugo Chávez. En otras esferas históricas y temporales, a Mussolini como a Hitler. Súmele a Stalin y , si quiere, hasta a Guevara. Sólo se trata de gobernantes y polÃticos megalómanos, que tratan de gobernar fanatizando.
Si algo bueno puede extraerse de la experiencia CFK, es el aprendizaje de los riesgos que entraña el fanatismo. La falta de reflexión, y de crÃtica al que piensa parecido a uno, y la idea de que si estás de mi misma vereda entonces todo lo que digas es sagrado.
Porque cuando los fanáticos tropiezan, nunca caen en soledad. Arrastran a mucha gente tras de sÃ.
Cristina Kirchner es, hoy, una fanática desesperada. Porque nadie le acerca una solución a los problemas de su gobierno, y porque la gente le ha dado las espaldas en las urnas.
La verdad es que no solamente sus médicos deberÃan estar preocupados.
Fabián Ferrante
El otro grave problema es que la enorme mayorÃa vota con el bolsillo. Y entonces, luego de la crisis del 2009, los posteriores atisbos de recuperación le hicieron ganar a CFK una presidencial con el 54% de los apoyos,
Allà pensó que la estaban votando porque suscribÃan su revolución. Y entonces vino el Vamos por Todo. Error adolescente si los hay. Los apoyos mayoritarios nunca son por amor. Son por conveniencia, o por espanto.
El entorno post Néstor
Cuando se muere Kirchner, Cristina confecciona un entorno propio con gente que ya estaba allÃ, pero que no tenÃa el predicamento que terminó adquiriendo. Pasa que Néstor tomaba todo y filtraba, para terminar decidiendo en soledad. Cristina se vio obligada a acatar, porque no tenÃa el bagaje polÃtico como para discernir.
Pasaron a tener mucha más importancia los cuadros que más se asemejaban a ella.
Zannini, Verbitsky, Garré, Kunkel; viejos cuadros de la izquierda setentista.
Moreno, con una personalidad avasallante y patotera, casi exactamente igual a la de Cristina Kirchner. Kiciloff, con sus presuntos pergaminos intelectuales, que venÃa a inyectarle juventud a una ideologÃa color sepia. Y Juan Manuel Abal Medina, todo un Ãcono por portación de apellido terrorÃficamente ilustre, en el imaginario de la presidente adolescente.
Por eso el auge e instalación de La Cámpora en todos los estamentos del estado, algo que Néstor nunca hubiera permitido, pero a quienes Cristina ve como la reedición de su vieja juventud maravillosa. Vio cuadros polÃticos donde sólo habÃa cuadros militantes. Con La Cámpora, se reeditó a si misma. Fracasaron juntos.
Conclusiones
Cristina Kirchner podrá tener trastornos de la personalidad, o incluso, alguna patologÃa psiquiátrica. Nada distinto a las de centenares de miles de argentinos, hay que decirlo.
La megalomanÃa que muestra viene de la mano con su ideologÃa. Ningún analista serio puede escindir estas cuestiones. El, por estos dÃas famoso, Sindrome de Hubris, ni siquiera existe para la medicina psiquiátrica. Es, apenas, una modesta construcción a la que algunos le asignan inmerecidos tintes de seriedad, y que intenta explicar lo que les pasa a los gobernantes ideológicamente extremos.
Es tan sencillo como eso. Le cabe tanto a Cristina Kirchner, como a Hugo Chávez. En otras esferas históricas y temporales, a Mussolini como a Hitler. Súmele a Stalin y , si quiere, hasta a Guevara. Sólo se trata de gobernantes y polÃticos megalómanos, que tratan de gobernar fanatizando.
Si algo bueno puede extraerse de la experiencia CFK, es el aprendizaje de los riesgos que entraña el fanatismo. La falta de reflexión, y de crÃtica al que piensa parecido a uno, y la idea de que si estás de mi misma vereda entonces todo lo que digas es sagrado.
Porque cuando los fanáticos tropiezan, nunca caen en soledad. Arrastran a mucha gente tras de sÃ.
Cristina Kirchner es, hoy, una fanática desesperada. Porque nadie le acerca una solución a los problemas de su gobierno, y porque la gente le ha dado las espaldas en las urnas.
La verdad es que no solamente sus médicos deberÃan estar preocupados.
Fabián Ferrante
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Estimado Troll o leecher, usuario fake (que se hace pasar por otro usuario); o usuario tÃtere ( que se hace pasar por varios y diferentes usuarios), no desperdicie su tiempo ni el mÃo. Si me parece que el comentario no aporta nada positivo, el mismo será eliminado. Este Blog es un espacio personal en el que el titular no tiene tiempo ni ganas de explicar que no, no cree que las Abuelas de Plaza de Mayo merezcan el premio Nobel; ni que los Dictadores Militares sean inocentes; o que Fidel Castro fue el único gobernante democrático de Latinoamérica en los últimos 50 años; o que Israel es un estado humanitario y justo; o que Kristina vino a salvar al pueblo y es del pueblo.
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