Cuando las aguas bajan turbias
Por
Jorge Lanata 06/04/13 Cuando las aguas bajan turbias lo que queda es “el modelo”
mojado. El “modelo” mojado es muy distinto al “modelo” seco. Tan
distinto como un caniche después de un baño:
recién ahà puede verse al caniche verdadero.
En
estos dÃas no hubo solamente muerte: hubo azar, circunstancias
excepcionales, impericia, estupidez, burocracia y miserias a la orden
del dÃa. En algunas semanas, el lunes primero y el martes dos de abril
no significarán más
que una fecha en el almanaque. Para decenas
de miles de personas serán, para toda la vida, las fechas del abismo:
ninguna vida es igual después del agua, queda la humedad, el olor que se
resiste a irse, lo que se perdió para siempre, el frÃo,
las manos extendidas buscando una ayuda que no llega.
TodavÃa
llovÃa en Capital cuando comenzó el desfile de miserias: el aparato de
propaganda del Gobierno señaló a Macri de vacaciones. Al dÃa siguiente,
cuando la muerte se mudó a La Plata,
el entorno del Gobierno de la ciudad sonreÃa en privado:
también les tocaba a ellos. Macri aterrizó desde Brasil en un jet
privado cuando la ciudad ya estaba inundada y, por decisión de Marcos
Peña, MarÃa Eugenia Vidal, Carolina Stanley, Guillermo Montenegro y
Diego Santilli, a cargo del operativo, mantuvieron
expreso silencio
hasta la llegada del jefe de Gobierno. Horacio RodrÃguez Larreta
estaba en TurquÃa. Cristina Kirchner en El Calafate, y luego en Puerto
Madryn, desde donde mantuvo un acostumbrado silencio respecto de los
seis muertos en la Capital. Después, la muerte llovió en La Plata
y entonces lo que habÃa sido culpa de Macri se transformó en un problema de la naturaleza.
El dirigente neo nazi Luis D’ElÃa (entiéndase por neo nazi quien niega,
junto al presidente iranÃ, la existencia del Holocausto) tuiteó que los
medios hegemónicos exageraban la situación de La Plata en apoyo a
Macri. Después, cuando los muertos que hoy son más de cincuenta fueron
veinticinco, pidió disculpas por el mismo medio.
“Desde ayer a la noche me encontraba recorriendo los centros de evacuados”,
tuiteó el intendente Bruera, que ilustró su mensaje con una foto falsa:
en ella se lo veÃa “anoche” con dos mujeres en un centro de refugiados,
pero la ventana del fondo de la imagen tenÃa sol. Más tarde, cuando se
supo que habÃa llegado a Ezeiza desde RÃo de Janeiro a las 9.25, Bruera
atribuyó su gaffe “a un error de mi equipo de comunicación”. Alicia
Kirchner llegó un dÃa más tarde, desde ParÃs; asistió allà a una
actividad de la Unesco
que habÃa terminado la semana anterior.
Gabriel Mariotto estaba en Bariloche y también volvió en un vuelo
privado para evitar el Aeroparque. Es cierto: cualquier funcionario
tiene derecho a tomarse vacaciones.
Pero las ausencias contrastaron con la ausencia del Estado ante la crisis. En la mañana del jueves, en
Radio Mitre todavÃa encontrábamos vecinos afectados que nunca habÃan visto a un gendarme ni a un bombero.
“¡Son responsables de un crimen social! ¡Que se vayan!”, le gritaban a Alicia Kirchner cuando intentó acercarse a los inundados.
“El clima cambió, querido”, le dijo a uno antes de salir custodiada entre la multitud.
Cristina
fue rápida de reacciones: como el 11 de febrero de 2009, cuando embarró
sus Louis Vuitton en Tartagal, se presentó en La Plata y Villa Mitre.
Hizo lo que ese dÃa, ni Macri ni Scioli hicieron. La historia se repite:
aquel dÃa del alud de 2009 Cristina estaba de viaje en España.
Los Kirchner han ignorado otras tragedias:
Cromañón y Once, pero Tartagal y La Plata –quizá porque no se vinculan
tan directamente con la corrupción, sino con la ineficiencia–
intentaron mostrar a otra Cristina. Aunque la Presidenta es
incorregible: llegó a la inundación diciéndole a los inundados: “Sé lo
que es la inundación porque cuando era chica, tendrÃa trece años, cuando
todavÃa no estaba entubado el Arroyo del Gato, entró el agua a la
madrugada en nuestra casa de Tolosa…” El Arroyo del Gato aún hoy no está
entubado. En Tolosa, Cristina fue un remedo de sà misma diciéndole a
las vÃctimas de Once que ella sabÃa “lo que era perder a alguien”.
Lo que podÃa verse debajo de este festival de miserias era gente desesperada, sin rumbo, sin futuro.
Lo que sucedió fue excepcional, pero no imprevisible.
En los últimos años, y después de una década en la que Argentina tuvo
ingresos extraordinarios, sufrimos como nunca antes de falta de
inversión en infraestructura. Hay presupuestos subejecutados (o sea,
dinero que está pero no se gasta por ineficiencia), menos dinero de la
Nación a las provincias (o sea, dinero que está
pero se gasta en sueldos y corrupción y no en estructura)
y diversas marañas administrativas. Según el Centro de Estudios de ASAP
(Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera
Pública) “el programa de Gestión de Riesgo HÃdrico de la Ciudad, con
170,5 millones, tuvo una ejecución del 74,1%. Entre los proyectos de
relevancia presupuestaria que muestran una marcada subejecución se
encuentran las Obras de Infraestructura Urbana del Ministerio de
Desarrollo Urbano, con un devengado de apenas el 4,3% sobre un crédito
de 106,4 millones, y las de Desarrollo de la Infraestructura de la Red
Pluvial,
con un 14,9% sobre un presupuesto de 44,9 millones.
Además, a lo largo del ejercicio 2012 no sólo las erogaciones corrientes
han ido disminuyendo su tasa de crecimiento, sino que el Gasto de
Capital se ha expandido a un ritmo aún más bajo”.
Según explicó a
ClarÃn
Moisés Resnick Brenner, ex presidente de las comisiones de Vivienda y
Urbanismo y EconomÃa del Centro Argentino de Ingenieros, “el problema de
las inundaciones, en lo que se refiere al Arroyo Maldonado no tiene que
ver con las cañerÃas –que se han arreglado en su parte interna– sino en
su desembocadura al RÃo de la Plata. Es que el entubamiento se
encuentra al nivel del rÃo, que cambia mucho a través de la marea, y
entonces se genera un tapón hidráulico”. Resnick propuso, junto a Mario
Roberto Alvarez, reubicar la pista del Aeroparque sobre el rÃo.
Antonio Elio Brailovsky repitió esta semana otro de sus proyectos:
en Capital no hay que entubar los arroyos, sino desentubarlos.
El ingeniero Pablo Romanazzi, titular de HidrologÃa de la Universidad
de La Plata, dijo en el programa de Marcelo Longobardi: “Somos todos
culpables”. “En la Capital es muy difÃcil volver todo para atrás por el
grado de urbanización que hay, siguió Romanazzi. La cuenca del Maldonado
o el Medrano coinciden perfectamente con la cuenca de esos arroyos. En
Provincia, el arroyo Pavón en el norte y el barrio Santa Rita en San
Isidro son casos emblemáticos.En nuestras clases los damos
como casos de estudio perfectos
de cómo se dan las cosas cuando en la urbanización no se antepone lo
primero que debe hacerse en una planificación: los desagües. El desagüe y
las cloacas son dos sistemas que corren a gravedad y no se pueden
soslayar. Es tan elemental que hasta me da vergüenza decirlo”.
“Cuando
los pluviales se cargan, el agua no tiene más remedio que bajar por las
calles, y cuando usted superpone la mancha de la inundación a los
planos topográficos se da cuenta de que el agua va por donde
naturalmente siempre fue: los cauces de los arroyos”. Romanazzi explica
la inundación de La Plata con la misma simpleza:
la ciudad está cortada por la diagonal 74, que corre de sur a norte.
El área que queda al oeste de esa diagonal es zona inundable y hay tres
arroyos que la circundan: el arroyo del Regimiento, que nace en el
Cementerio de La Plata; el arroyo Pérez, que cruza toda la zona de Los
Hornos y la naciente del arroyo del Gato.
Sin códigos de
planificación con desagües que correspondan a la cantidad de población,
en La Plata en 130 años la población se multiplicó por diez.
Los
organismos especÃficos no funcionaron en ningún caso: la Dirección de
Sistemas e Información Hidrológica, cuyo objetivo “es desarrollar y
operar el servicio de pronóstico y alerta hidrológico de la cuenca del
Plata”, le dijo a
ClarÃn que realizan informes mensuales pero
sobre otra zona: Misiones, Corrientes y Entre RÃos. El SIFEM (Sistema
Federal de Emergencias), nacido en 1999 como condición impuesta por el
BID al otorgar un crédito de 200 millones de dólares destinado a
reconstruir las zonas inundadas del Litoral, lleva tres años sin
reunirse y los organismos que lo componen
se dispersaron con la creación del Ministerio de Seguridad en 2010:
la Dirección de Protección Civil quedó bajo la órbita de Interior con
la sola asistencia de los Bomberos; GendarmerÃa y Prefectura están en
otro Ministerio.
El documento de la Cruz Roja en 2009 aún sigue
vigente: ausencia de coordinación, falta de planificación de la
respuesta, planes no operativos. La frutilla sobre el helado fue el
radar de Ezeiza:
faltó comunicación entre éste y el Servicio Meteorológico,
que se transmite por fibra óptica. De modo que el SMN nunca tuvo
información sobre la magnitud de la tormenta que se avecinaba.
Investigación: JL/MarÃa Eugenia Duffard/Amelia Cole/Guadalupe Vázquez.
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