Por Alfredo Leuco | 31 de Octubre de 2013
No es un juego de palabras. Son las dos categorÃas que hay
que analizar para poner ambos pies sobre la tierra. Primero la Ley de
Medios. Perdón por la obviedad pero a veces con gobiernos irrespetuosos
de las instituciones hay que repetir verdades del compañero Perogrullo:
la ley es la ley y hay que respetarla y acatarla. HabÃa que esperar que
se expidiera la Corte y se expidió con toda contundencia diciendo que es
absolutamente constitucional. Tema terminado. No se discute más. Se
puede opinar, por supuesto, como todo: me gusta, no me gusta. Pero es
una ley constitucional.
Un apotegma de tribunales dice que el derecho es lo que los jueces dicen
que es. Parece mentira que haya que ratificar algo indiscutible como el
respeto a la ley y a las decisiones de la Corte. Pero hay que hacerlo
porque estamos ante un gobierno que no cumplió con varios fallos de la
Corte.
Los K suelen mirar para otro lado y no darle ni cinco de bola a los
fallos que no le gustan. Los casos del procurador Eduardo Sosa y de los
fallos a favor de la editorial Perfil y el diario RÃo Negro en temas muy
claros de discriminación publicitaria son un ejemplo contundente. El
gobierno no acata. Mete las decisiones que no le gustan en un cajón y
las dejan morir. Indisciplinarse frente a la Corte está mal y no importa
quien lo haga. Pero si lo hace el gobierno es mucho peor porque su
ejemplo es nefasto.
Dicho esto de la ley de medios que está vigente quiero darle mi opinión
de la otra ley no escrita que es la más demoledora: la ley de miedos. Ya
se lo dije muchas veces. Este gobierno ejecutó un plan sistemático para
controlar la información y meter miedo al periodismo independiente. La
intimidación de estado con el aparato oficial y para oficial ha sido y
sigue siendo feroz. Y esto no tiene nada que ver con la lucha contra los
monopolios y por la democratización de los medios. El combate de los
Kirchner contra la opinión diversa es muy anterior a su pelea con
ClarÃn.
La ejercitan desde Santa Cruz y han castigado de todas las maneras
posibles a medios y periodistas independientes que no tienen nada que
ver con ClarÃn. Le digo más. La lucha contra la diversidad de opiniones
se intensificó cuando Néstor Kirchner y ClarÃn eran socios virtuales y
formaban un concubinato que funcionaba bien. ¿Se acuerda? No le estoy
hablando de la prehistoria. Le doy dos datos bastante recientes: ¿Quién
autorizó la fusión entre Multicanal y Cablevisión entre gallos y
medianoche? ¿Menem o Néstor? Otra: ¿Quien prorrogó por diez años las
licencias de los canales, entre ellos canal 13? ¿Carlos Menem o Néstor
Kirchner? El tema es que esos eran intentos del ex presidente de poner a
ClarÃn a su servicio y si eso hubiera ocurrido, minga ley de medios y
democratización de la palabra y epopeya igualitaria. No hay un
empresario que haya cenado tantas veces en Olivos con Néstor como Héctor
Magnetto.
En ese momento era Dios, ahora es el Diablo. Por una pelea entre ambos
por la propiedad de Telecom se desata el choque de planetas. Es ahÃ
cuando Kirchner le declara la guerra. Cuando no logra poner de rodillas
al grupo ClarÃn. Por eso sus argumentos son tan poco creÃbles. Por eso
quienes siempre estuvimos contra todo tipo de monopolios, estatales y
privados, no nos tragamos el sapo.
Néstor solÃa decir: miren lo que hago y no escuchen lo que digo. Sabias
palabras para comprender su pragmatismo carente de ideologÃa. Insisto,
si ClarÃn se hubiera sumado al proyecto K hoy Magnetto, en lugar de ser
el cáncer culpable de todo lo malo que ocurre en la Argentina, serÃa
diez veces más poderoso y socio de Cristina.
Como Lázaro Báez, por ejemplo. Esta es la verdad. Lo cierto es que ahora
el gobierno cuenta con un instrumento como la ley de medios que en sus
manos vengativas puede convertirse en una hoja de ruta para profundizar
su modelo anti periodismo. Hay que seguir de cerca los movimientos que
intentarán achicar al máximo la libertad de expresión. Y no es que yo
sea adivino. Si han apelado a todas las zancadillas y patoteadas
posibles para acallar voces y subsidiar al oligopolio de amigos sin
tener la ley, se imaginan ahora. Es como un cheque en blanco para que
sigan pateando todos los tableros.
Para que vayan por todo. Para que intenten quedarse con todo. Hay que
ver si la sociedad y la lucha polÃtica se los permite. La ley es dura.
Pero la realidad también. Hay que cuidar como nunca la bandera de la
libertad. Y no permitir que la ley de medios se transforme en la ley de
miedos.
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