“Perder el tren de la vida a los 56”
23/06/13
Señora Presidente, quisiera que a través de estas lÃneas usted pudiera conocer mi historia. Me recuerdo subiendo a los trenes Fiat de dos vagones en la estación Florencio Varela, rumbo hacia la La Plata, a las 5 de la mañana, para llegar al Industrial a las 7.30 en los primeros años de la década del 70.
Eran épocas felices y sà … sacrificadas. Pero todos los dÃas tomaba el tren.
También me recuerdo años después, ya recibido en la Universidad Nacional de Córdoba y como Director Provincial (de carrera), y subiéndome al “Rayo de Sol”, para venir por temas laborales a Buenos Aires. No viajaba en avión, el tren tenÃa ese “sabor” tan especial para mÃ: el camarote, la cena y la llegada a destino con los primeros rayos del sol.
Pasaron más años, tuve tres hermosas hijas a las cuales con mi esposa les dedicamos todo, y cuando digo todo, es todo: nuestros recursos Ãntegros para proporcionarles lo que, a nuestro criterio, les iba a allanar el futuro. Si señora Presidente, les proporcionamos la mejor educación que pudimos y no nos defraudaron. Por nuestra parte sentÃamos la satisfacción de haber aportado algo a nuestra Patria.
Quizá suene tonto, pero jamás se me ocurrió que aprovechando mis contactos laborales podÃa obtener un crédito “para los amigos”, o una “contribución especial” a los favores otorgados desde mi altura de funcionario, lo que hizo que nunca pudiera tener una vivienda propia.
En fin, los años, las hiperinflaciones, la década del 90, los turbulentos comienzos de siglo me encontraron -como a muchos- literalmente en la vÃa, sin trabajo y dependiendo de verdaderos amigos, que me ayudaron con trabajo (palabra subvaluada si las hay). Obviamente, no podÃa ser exigente, por lo tanto acepté de muy buen grado ser “cadete” a mis 46 años. Nunca solicité un plan, una vivienda regalada o algún tipo de ayuda oficial y no me arrepiento de ello, a pesar de seguir cadeteando.
Las cosas del destino … en general escucho como respuesta a mi búsqueda laboral que estoy sobrecalificado según mi currÃculum para los cientos de lugares en donde lo presenté, pero a riesgo de ser desconfiado sospecho que “es por mi edad” (léase con la necesaria cuota de sarcasmo).
Señora Presidente, desde luego que usted no es responsable de mis elecciones de vida. Simplemente creà que en este nuevo “modelo” de paÃs habÃa un lugar para mÃ, aunque me reconforta ver cuántos jóvenes intelectuales encuentran cobijo.
Lamentablemente, no encontré otro modo de hacerle llegar este relato. Tampoco espero que alguna vez lo lea, pero me siento bien por haber hecho uso de mi derecho a la libre expresión.
Le cuento que a veces me despierto agitado a la madrugada, con miedo. Miedo de haber perdido el tren por primera vez en mi vida y a los 56 años.
Héctor A. Masgoret LICENCIADO EN QUIMICA ORGANICA DNI 12.482.222 hmasgoret@hotmail.com
23/06/13
Señora Presidente, quisiera que a través de estas lÃneas usted pudiera conocer mi historia. Me recuerdo subiendo a los trenes Fiat de dos vagones en la estación Florencio Varela, rumbo hacia la La Plata, a las 5 de la mañana, para llegar al Industrial a las 7.30 en los primeros años de la década del 70.
Eran épocas felices y sà … sacrificadas. Pero todos los dÃas tomaba el tren.
También me recuerdo años después, ya recibido en la Universidad Nacional de Córdoba y como Director Provincial (de carrera), y subiéndome al “Rayo de Sol”, para venir por temas laborales a Buenos Aires. No viajaba en avión, el tren tenÃa ese “sabor” tan especial para mÃ: el camarote, la cena y la llegada a destino con los primeros rayos del sol.
Pasaron más años, tuve tres hermosas hijas a las cuales con mi esposa les dedicamos todo, y cuando digo todo, es todo: nuestros recursos Ãntegros para proporcionarles lo que, a nuestro criterio, les iba a allanar el futuro. Si señora Presidente, les proporcionamos la mejor educación que pudimos y no nos defraudaron. Por nuestra parte sentÃamos la satisfacción de haber aportado algo a nuestra Patria.
Quizá suene tonto, pero jamás se me ocurrió que aprovechando mis contactos laborales podÃa obtener un crédito “para los amigos”, o una “contribución especial” a los favores otorgados desde mi altura de funcionario, lo que hizo que nunca pudiera tener una vivienda propia.
En fin, los años, las hiperinflaciones, la década del 90, los turbulentos comienzos de siglo me encontraron -como a muchos- literalmente en la vÃa, sin trabajo y dependiendo de verdaderos amigos, que me ayudaron con trabajo (palabra subvaluada si las hay). Obviamente, no podÃa ser exigente, por lo tanto acepté de muy buen grado ser “cadete” a mis 46 años. Nunca solicité un plan, una vivienda regalada o algún tipo de ayuda oficial y no me arrepiento de ello, a pesar de seguir cadeteando.
Las cosas del destino … en general escucho como respuesta a mi búsqueda laboral que estoy sobrecalificado según mi currÃculum para los cientos de lugares en donde lo presenté, pero a riesgo de ser desconfiado sospecho que “es por mi edad” (léase con la necesaria cuota de sarcasmo).
Señora Presidente, desde luego que usted no es responsable de mis elecciones de vida. Simplemente creà que en este nuevo “modelo” de paÃs habÃa un lugar para mÃ, aunque me reconforta ver cuántos jóvenes intelectuales encuentran cobijo.
Lamentablemente, no encontré otro modo de hacerle llegar este relato. Tampoco espero que alguna vez lo lea, pero me siento bien por haber hecho uso de mi derecho a la libre expresión.
Le cuento que a veces me despierto agitado a la madrugada, con miedo. Miedo de haber perdido el tren por primera vez en mi vida y a los 56 años.
Héctor A. Masgoret LICENCIADO EN QUIMICA ORGANICA DNI 12.482.222 hmasgoret@hotmail.com
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