"Carta abierta a Cristina
No soy, Cristina, de las personas que
acusaron a tu gobierno por la lucha a favor de los derechos humanos.
Hoy, al final de esta carta, puedo firmar con mi verdadero nombre,
justamente, gracias a un pueblo, a un paÃs y a las Abuelas que en algún
momento decidieron ir a buscar la verdad y la justicia. Yo soy el
emergente de ello. Y estoy orgullosa de haberlo conseguido.
Tampoco
soy, Cristina, de las personas que te culparon por “revanchismo” o
“venganza”. Nunca lo fui. SÃ soy, desde mi militancia e historia, una
luchadora por los derechos humanos de todos y todas: de los que se
violaron en la última dictadura y también de los que hoy, en todo
nuestro paÃs, se violan todos los dÃas.
Nunca voté por las leyes
del perdón, apenas tenÃa unos 10 años cuando se sancionaron. Pero desde
que tuve noción de lo que significaron, me indignaron y me impulsaron a
militar en Libres del Sur, la organización polÃtica a la que pertenezco
desde hace 15 años. Militamos por la verdad, la justicia y la memoria de
aquellos que dieron todo, hasta su vida, por el paÃs que muchos
soñamos. Y lejos estamos de ser una corporación empresarial.
Aclaro
estos dos últimos aspectos porque vos afirmás que los que hoy
criticamos el ascenso a Teniente General de César Milani, jefe militar
al frente del Ejército, son “los mismos que sancionaron las leyes de
obediencia debida y punto final” o corresponden a “intereses
empresariales a los que no les importan ni las vÃctimas ni los derechos
humanos”.
Soy la misma que un 24 de marzo del 2004 en las puertas
de la ESMA, no podÃa parar de llorar. Ese dÃa, una compañera embarazada
se puso a mi lado y le pregunté: “¿De cuanto tiempo estás?” Ella me
contestó: “De cinco meses”. Entonces pensé: “Yo serÃa asà de chiquita la
primera vez que entré acá; la mujer que me parió después de la tortura,
la que me tuvo sabiendo que era probable que no me vuelva a ver, merece
que yo, su hija, pueda saber cómo son sus ojos”. Ese dÃa, a pesar del
dolor, decidà hacerme el análisis de ADN.
Soy esa mujer que fue un
8 de octubre a recibir el resultado del ADN y me senté agarrándole la
mano a una gran amiga al escuchar a un juez decir: “Tenés una
compatibilidad del 99,999 % con MarÃa Hilda Pérez y José MarÃa Donda
Tigel; ella tenÃa 23 años, él 21. A tu mamá la secuestraron en zona
Oeste y a tu papá no se sabe; ella te tuvo en la ESMA, y te puso
Victoria”. Esto último lo declaró Lydia Vieyra, sobreviviente de la
ESMA, la mujer que la ayudó a mi mamá en el parto y a quien yo desde
entonces le digo “tÃa”. Salà de ahÃ, llamé a un compañero (Isaac “Yuyo”
Rudnik) y le dije: “Soy Victoria”. SentÃa que en homenaje a esa otra
mujer, la de los ojos enormes y hermosos, que era más conocida como
Cori, tenÃa que llevar el nombre que ella pensó cuando finalmente me
miró a los ojos a mÃ, acostada en una mesa de madera, pensando cómo iba a
hacer para encontrarme si nos separaban.
Cristina, hoy me
sorprende y lastima mucho ver que la obediencia debida goza de muy buena
salud en nuestra patria. Me duele oÃr de hombres y mujeres que respeto,
referentes kirchneristas, decir que César Milani “firmó algo que no
podÃa no firmar, porque tenÃa 20 años” (como afirmó Ricardo Forster), o
que “en el año 1976 Milani era subteniente, que es el grado más bajo”
(como aseguró AgustÃn Rossi), como si éstas ideas fuesen suficiente
justificativo para limpiar el oscuro prontuario de quien vos propusiste
como jefe del Ejército. La simple duda deberÃa ser más que suficiente
para que, como otros, tu jefe del Ejército deba enfrentar los juzgados y
mirar a la cara a aquellos que declaran haber sido secuestrados por el
entonces “joven” Cesar Milani.
Yo fui parte del kirchnerismo, es
cierto. Pero del que juzgó a los genocidas y derogó las vergonzantes
leyes del perdón. Del que recuperó la ESMA como un espacio para la
memoria y bajó de la pared los cuadros de los genocidas. Desde Libres
del Sur nos fuimos del kirchnerismo hace ya más de cinco años.
Criticando lo que no compartÃamos y lo que nos dolÃa. Hoy veo que no nos
equivocamos.
Fui parte de un gobierno en el que los Milani,
teóricamente, nunca más volverÃan. Uno donde, supuestamente, se
repudiaba a la corrupción menemista, y resulta que aparecen los Lázaro
Báez. Un gobierno en el que se hablaba de soberanÃa sobre los recursos
naturales y donde ayer apareció la Barrick y ahora Chevrón. Pero resulta
que ellos (y no nosotros) representan la Argentina del pasado, de la
entrega, de la violación a los derechos humanos, de la corrupción, del
saqueo, de la impunidad.
Hoy, Cristina, la vida y la polÃtica nos
encuentran en caminos separados. Siento que los cuadros que bajamos de
la pared, vuelven simbólicamente a su lugar; que las empresas a las que
les pedimos que se vayan del paÃs, regresan a llevarse lo que es nuestro
y a contaminarnos; y que la corrupción resucitó de la peor forma
posible.
Hoy observo que el kirchnerismo sólo vive de discursos
sostenidos en recuerdos. Un proceso polÃtico iniciado hace una década,
que nos entusiasmó a varios, y que vemos cómo en estos dÃas transita la
decadencia y reproduce mucho de lo peor de aquello que alguna vez dijo
criticar.
Desde mi rol, como militante polÃtica y diputada nacional
opositora a tu gobierno, trabajo desde hace años por una Argentina
mejor. Por ese paÃs por el que mis viejos y su generación dejaron todo.
Un paÃs que, con tus últimos actos de gobierno, vuelve a aparecer cada
vez más lejos. AsÃ, no pareciera que hubiéramos tenido en verdad una
“década ganada”.
La obediencia debida penosamente justificada por
uno de tus candidatos a diputado nacional, o explicada por tu flamante
ministro de Defensa; una nueva versión de la teorÃa de los dos demonios
en la boca del Teniente Coronel que designaste como Secretario de
Seguridad de la Nación, y un Ricardo Jaime que se siente parte del
“proyecto Nacional y Popular”, y al cual visiblemente protegés, son
actos, gestos y palabras que nos tienen que hacer reflexionar a todos
los argentinos y argentinas.
A lo largo de estos últimos años tu
gobierno fue arriando banderas que nos costó mucho tiempo y esfuerzo
hacer flamear. Perdón, Cristina, por planearte todo esto desde mi
“trinchera mediática-empresarial”, que es Libres del Sur. Lamento ser
alguien que, según vos, por el sólo hecho de denunciar lo que no
comparte, desconoce a las vÃctimas de la dictadura y de las violaciones a
los derechos humanos. Y te pido disculpas si te recuerdo la
inconsistencia de tu relato. Pero, te guste o no, me llamo Victoria.
Victoria Donda
Diputada Nacional por Libres del Sur
Nieta recuperada"
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