http://www.relatodelpresente.com/2012/11/somos-nosotros.html
Para no dar muchas vueltas, limitaré mi experiencia personal a decir que
anoche participé con mis amigos de la convocatoria más masiva de la
última década. Tan masiva resultó que ni Página/12, ni Tiempo Argentino,
pudieron mirar para otro lado. Lamentablemente para ellos, los únicos
incidentes que se registraron fueron tan, pero tan aislados, que hasta
los propios manifestantes frenaron a los escasos violentos.
Curiosamente, los que se dedican a interpretar mensajes siguen en una
nebulosa gaseosa tremebunda y esto pudo notarse desde la previa. Grosos
columnistas de importantes diarios nos contaron de la revolución de unas
redes sociales que desconocen y lúmpenes disfrazados de periodistas
oficialistas presentaron una investigación trucha para asegurar que tras
la organización estaba Magnetto, Duhalde, la Sociedad Rural Argentina,
el Partido Liberal Libertario, la Sociedad de Fomento de Villa del
Parque, el Centro de Jubilados Golpistas de Boedo y la Fundación para la
Investigación de Conspiraciones Destituyentes de Saturno. A estos se
sumaron algún que otro polÃtico que se peinó para una foto a la cual no
estaba invitado -Mauri, antes de apoyar una marcha, preferirÃamos que
dejes de negociar todas las leyes del kirchnerismo, genio- más D´ElÃa
que trató a la gente de tilingos golpistas, AnÃbal Fernández, que acusó
al manifestante de ser una facción derechosa paga; la xenófoba y
antisemita Hebe de Bonafini, que pidió que no nos presentemos en un
lugar en el que está el neonazi de Biondini; y la siempre pujante
lágrima de Cristina afirmando que seguirá hacia adelante, a pesar de las
contras.
Lo cierto es que nadie pudo explicar en qué momento se inició esa
concatenación de hechos que derivó en esto. Y tiene lógica si pensamos
que en 2001 hubo una clase polÃtica que temió lo peor para su estilo de
vida cuando la gente, con los gobelinos al plato, salió a pedir que se
vayan todos, que no quede ni uno sólo. Asambleas barriales, cacerolazos,
protestas, escraches a todos los polÃticos que se cruzaban y cinco
presidentes en una semana, saltando por los aires ante la bronca de la
gente. Los polÃticos seguÃan tan desconectados del mundo que no
entendÃan la bronca popular y llegaban a convocar a funciones a tipos
como Carlos Grosso y Matilde Menéndez. Por suerte para ellos, Duhalde
les salvó el pellejo a toda esa clase polÃtica. Poco tiempo después,
nadie se fue, todos se quedaron. El toque final y salvador lo aplicó
Néstor Kirchner, al crear una maquinaria tan grande que todos se sentÃan
a sus anchas mientras afirmaban ser la nueva polÃtica, aunque este
verso saliera de bocas de personajes como Lubertino, Conti, Abal Medina,
Béliz, AnÃbal Fernández, Deborah Georgi, el Coqui Capitanich y Ginés
González. Todos funcionarios de alguno de los gobiernos que
transcurrieron entre 1989 y 2001. Todos comandados por un matrimonio tan
menemista como los Fassi Lavalle.
Estos paladines de la nueva polÃtica, trazaron un programa de gobierno
consistente en chorearse lo que esté a mano, improvisar con la gestión
gubernamental, meter parches a donde haga falta y, si estos no alcanzan
para tapar todos los agujeros, reventar de épica alguno que otro
discurso para que las vÃctimas de sus polÃticas gubernamentales se
conviertan en victimarios desagradecidos que sólo quieren lo peor para
el paÃs. Mientras todo esto pasó, la oposición se dividió entre los que
apoyan todas y cada una de las medidas del gobierno sin emitir ni un
sonido gutural, y los que no les votan todas las leyes, sino las más
controvertidas e importantes, mientras critican al gobierno nacional.
Ante este panorama, no hay forma de preguntarse cómo la oposición no se
dio cuenta de que la gente llegarÃa a hartarse, si nos prometieron ir a
la guerra por la defensa de nuestros intereses y no fueron capaces de
tirar ni un Chasquibúm por temor a que Cristina los rete por cadena
nacional. Estos mismos dirigentes hoy sostienen que la gente marchó sólo
contra el gobierno, y es cierto. Pero eso no les da crédito ni para
emitir una sola opinión. Por ahÃ, muchos de los asistentes no lo
sintieron asÃ, pero que personas que never in the puta life participaron
de una sola manifestación, se novilicen en defensa de sus intereses, es
el sÃntoma final de una oposición carente de huevos para plantarse y
decir no. La bronca es asÃ, dispara al que le está haciendo daño. Y la
oposición, en este caso, es el tipo que ve cómo te están reventando a
trompadas entre veinte y espera a que termines de defenderte para
acercarse, sólo para decirte que si estuvieras con él, no te pasarÃan
ese tipo de cosas.
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Gracias, Irene! (No, Irene no es la de la foto) |
Anoche, tras la movilización nacional, Victoria Donda sostuvo que la
gente reclamó por una alternativa polÃtica. Todos los demás
coincidieron, palabrás más, palabras menos, en idéntico sentido. No
entendieron nada y siguen haciéndole el jueguito a un oficialismo que
sostiene la teorÃa de que no hay que reclamar, sino ganar elecciones,
como si el hecho de sacar una mayorÃa electoral fuera una licencia para
robar, y no un mandato popular en el marco de una república, donde
existen tres poderes que deben controlarse entre ellos.
Este resumen de la oposición no es un dato menor, dado que el
kirchnerismo, con todas las actitudes agresivas que ha adoptado en los
últimos meses frente al reclamo, sà entendió el mensaje. No es que no
cazaron una y por eso siguen como si nada. Lo entendieron a la
perfección, solo que reaccionan del único modo que saben, o sea, con
agresión y auto victimización. Y también tiene su lógica, dado que ante
el descreimiento en la polÃtica y el creciente número de manifestantes,
no les queda otra que recordar que asà llegaron ellos al poder: de pedo y
con quilombo. Por eso desvÃan la atención y piden que en vez de
quejarnos, ganemos elecciones. ¿Qué elección hay que ganar, si nadie
votó para que hagan lo que hacen? Esto va más allá de quienes los
votaron porque están a favor de la Asignación no Universal por Hijo, o
de la polÃtica de subsidios eterna, o el verso que hayan creÃdo por
cierto. ¿O acaso alguno de los del mentado 54% votó para que mueran
cincuenta y una personas en un choque de trenes, absolutamente
previsible si el Estado cumpliera con su rol? ¿Alguno votó para que,
ante ese hecho, Cristina se ponga a llorar y en vez de llevar consuelo a
las vÃctimas, grite que ahora van por todo? ¿Alguno depositó su voto en
la urna para que, al tercer dÃa consecutivo de calor, salte la térmica
de toda el área metropolitana de Buenos Aires?
Entre tanto, Cristina afirma que ella labura para los cuarenta millones
de argentinos, mientras que sus subordinados sólo emiten comentarios que
dan a entender que -en honor al 54% de los que votaron- pueden pasar
por arriba del otro 46% que participó de la elección. O, si sumamos al
total de la población, que uno de cada tres argentinos puede hacer lo
que quiera con los otros dos restantes. Asà es como, en nombre del 54%,
hacen lo que se les canta y dan por sentado que ese número es mágico e
intangible, cuando desde la última elección han pasado demasiadas cosas.
Si restamos el inmenso porcentaje de los votos aportados por los
sindicatos hoy enfrentados al gobierno; los de las personas que desde
que dejaron de recibir subsidios se dieron cuenta que no estaban mejor
económicamente, sino que vivÃan de la dádiva del Estado; los que dejaron
de llegar a fin de mes producto de una paritaria inferior al Ãndice
inflacionario oficial; los que vieron cómo el triste aumento salarial
fue saqueado por el impuesto a las ganancias; los miembros de todas las
fuerzas de seguridad que pasaron de ser los pobres tipos que morÃan con
un sueldo de 2.600 pesos, a ser los nuevos golpistas; los parientes de
los muertos en delitos desde octubre pasado; y los que viajan por laburo
y son tratados como turistas ricachones al recibir sólo 100 dólares por
quince dÃas en el extranjero, uno tiene la sensación de que, de aquel
54%, sólo quedan los tres mil monitos que se juntaron en Parque Lezama
para recordar al Nestornauta al lado de Boudou.
Al resto del paÃs, no nos importó nada. No nos preocupó el calor
agobiante, no nos importó la Pando, no nos importó Biondini, no nos
importó Macri, no nos importó Altamira, no nos importó que nos tiraran
falsos correos electrónicos alertándonos de posibles disturbios, no nos
importó que nos llamen gorilas, golpistas, destituyentes, oligarcas,
cipayos, vendepatrias, derechosos, fachos, corporativistas, anti
democráticos, egoÃstas, ricachones, clase mierda, inconformistas,
blanquitos, bienvestidos, señoras de Recoleta, clarinistas y
procesistas. Porque cuando la gente se harta, no le importa nada y hasta
es capaz de salir de la oficina, después de laburar nueve horas, para
ir con ropa de laburo, en subte, con 38 grados de térmica, a pisar el
asfalto en el punto más caluroso de la ciudad de Buenos Aires, sólo para
decirle al gobierno que ya no se puede joder tan barato en nombre de
los pobres. Pobres que, dicho sea de paso, el gobierno quiere tanto,
pero tanto, que hace nueve años que los mantiene asÃ: pobres.
Nosotros somos los corporativistas vendepatria, ellos son los que
entregan los únicos recursos no renovables que tiene el paÃs a
corporaciones extranjeras. Nosotros somos los destituyentes, ellos son
los que quisieron hacerle un juicio polÃtico a Scioli a tres meses de
volver a ganar la gobernación. Nosotros somos los oligarcas, ellos son
los únicos con derecho a forrarse en guita. Nosotros somos los fachos,
ellos son los que corren a los tiros a los que se atreven a meterse con
las mineras. Nosotros somos los anti patria, ellos son los que reprimen a
los veteranos de guerra. Nosotros somos la clase mierda, ellos son los
resentidos que se olvidaron de dónde vienen. Nosotros somos los
tilingos, ellos son los que se mean sólo porque están frente a la
Presidente. Nosotros somos los egoÃstas que queremos ahorrar mientras
hay pobres, ellos son los que se forraron en guita sin poder justificar
ni un centavo. Nosotros somos las señoras de recoleta, ellos son los
chetos de Puerto Madero. Nosotros somos la clase empresaria que no
piensa en el paÃs, ellos son los que votan a hoteleros. Nosotros somos
los que no cuidamos al paÃs, ellos son los que dilapidan la guita de los
jubilados manteniendo empresas quebradas y administradas por tipos que
cobran tres sueldos. Nosotros somos los golpistas, ellos son los que se
cagan en el concepto de república. Nosotros somos los que nos quejamos
de llenos, ellos son los que nunca están satisfechos con la que
hicieron.
Somos todo lo que digan, pero anoche les reventamos la calle en todo el
paÃs y hasta le plantamos treinta mil personas a Cristina en la quinta
de Olivos. Sin plata, después del laburo, con calor, sin micros, y
siendo vÃctimas de todos los agravios habidos y por haber, les
reventamos la calle.
Y eso les duele.
Y mucho.
Viernes. Digan lo que digan, la de anoche fue una gran noche. Y fue nuestra noche.
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