Reacciones
Nota de Relato del Presente
Después de llamarse a silencio, las reacciones del arco oficialista
contra la inmensa movilización del jueves pasado, no se hicieron
esperar. El primero en aparecer -luego del papelón de Artemio en C5N-
fue Anibal Fernández, quien muy suelto de bigotes, afirmó que el
gobierno toma nota de cada reclamo de la sociedad. En un principio, lo
tomé como un gesto sensato. Posteriormente, aseguró que el ruido de las
urnas dura más que el ruido de las cacerolas. Ahà caà que con eso de
tomar nota de cada reclamo, se referÃa a otra cosa. "La movilización no
fue espontánea, sino organizada por profesionales," infirió el Senador
nacional, para luego asegurar que "quien conoce las redes sociales, pudo
notar que habÃa gente que incitaba a la marcha." Un fenómeno. Se ve que
la única espontaneidad que reconocen se da cuando mucha gente aparece
sola sin que nadie les avise, y siempre y cuando se pueda comprobar que
no se comunicaron telepáticamente. Por último, apeló al latiguillo de
moda del gobierno y afines, al recordar que en octubre se impusieron en
las urnas.
Abal Medina -que está a un paso de ponerse un cartel para recordarnos
que es el Jefe de Gabinete- sostuvo que los que nos movilizamos la
semana pasada somos los que anteriormente recurrÃamos al golpe de Estado
cuando algo no nos gustaba, para luego invitarnos a que formemos un
partido polÃtico para dejar de ser minorÃa, y no como hace él, que no
tiene ningún problema en adaptarse a los tiempos que corran y pasar de
ser funcionario de De La Rúa, a pichón de Cristina. Hebe de Bonafini, en
cambio, apeló a un tono más pacifista y dijo que somos los dueños de
los campos que nos queremos quedar con todo. Aproveché la presencia de
Gastón -kiosquero estrella del barrio y protestón
cacerolerocipayogolpista del segundo cordón del conurbano- para
preguntarle si él tenÃa tierras. Luego de referirme que no le gusta
tener plantas en la casa, le pregunté si sabÃa quién era Hebe de
Bonafini. "SÃ, la del pañuelo que andaba con el hijo choreando casas."
Cerca, pero insuficiente.
Las voces se fueron repitiendo, algunos que pedÃan calma -los menos-
otros que minimizaban el asunto por tratarse de una protesta
clasemediera oligárquica, clasista y quejosa de los logros obtenidos.
Incluso, tuvimos el placer enorme de leer un hermoso texto escrito por
el Eduardo GarcÃa (Aliverti queda más chic) en Página/12, en el cual
comentaba que la marcha sà fue numerosa y nada despreciable, a pesar de
haber sido compuesta por los mismos que pertenecen "al árbol
genealógico de la oligarquÃa, de las masacres de toda nuestra historia,
de las dos toneladas de bombas sobre civiles indefensos en junio del
’55, del genocidio del ’76, del sultán riojano que añoran, de la deuda
externa que socializaron, de la propiedad agropecuaria nacida en cada
oreja de indio entregada a las huestes de Roca." Luego de tirar un par de preguntas tan infantiles como las respuestas que les corresponde, Eduardo GarcÃa afirma que le importa "una infinita cantidad de carajos tener el más mÃnimo grado de consenso con esta gente," porque "desde
que el mundo es mundo, el mundo se divide en clases y en las más
postergadas, por obra de las dominantes de la pirámide y sobre todo en
las medias, hay franjas asemejadas que hasta salen a la calle para
defender intereses que no les son propios sino de quienes las sojuzgan."
Por último, cerró su manifiesto pacifista recordándonos que no quiere "saber
absolutamente nada de pacificar relaciones con esta gente, no quiero ni
diálogo ni consenso con quienes vociferan yegua, puta y montonera." Y todo porque él quiere concentrarse en saber "de cuál manera se garantizarÃa mejor que se hundan (nosotros, los que protestamos) en
el fondo de su historia antropológico-nacional, consistente en que el
negro de al lado no porte ni siquiera el derecho de mejorar un poquito."
Humor de la mejor calidad. Sin embargo, hay cosas que no quedan bien en
claro. ¿A quiénes se refieren cuando todos afirman que antes recurrÃamos
a los golpes de Estado? Si apuntan a 1976, deberÃan ponerse de acuerdo
de una vez por todas con las fechas y los motivos, porque eso de acusar
por marginal al gobierno de Perón y MartÃnez de Perón y, al mismo
tiempo, acusarnos de ir a golpear las puertas de los cuarteles para
voltear a un gobierno popular, es como mucho. Más allá de este detalle,
dan por sentado que todos los que nos manifestamos el jueves pasado
tenemos más de cincuenta pirulos, con lo que todavÃa no se anoticiaron
de que los primeros chicos que iniciaron su escolaridad en democracia,
hoy son señores de 37 añitos. Asà de loco es como atrasan.
El mensaje de GarcÃa (Aliverti) lo tomo como ejemplo del pensamiento
kirchnerista promedio. No es por generalizar, pero es una expresión bien
escrita de todo lo que hemos leÃdo y/o oÃdo por ahà durante estos
últimos dÃas. Resulta sorprendente cómo se puede concentrar en un sólo
texto el pensamiento contradictorio de tanta gente. Somos la clase
media, pero somos oligarcas millonarios. Nos llaman responsables de
todas las masacres de nuestra historia. Y todo por el sólo hecho de
quejarnos de polÃticas administrativas de un gobierno. Nos acusan de ser
usurpadores de tierras con las que nos llenamos de oro, cuando en este
paÃs sojero, los Anchorena viajan en bondi y Grobocopatel se saca fotos
con Cristina. Los únicos que viven en el siglo XXI y aún roban tierras
manchadas de sangre aborigen, son los kirchneristas formoseños.
Resulta que todos nosotros vamos en camino de alcanzar el récord
histórico de Matusalem. Nosotros fuimos a pedirle a Videla -junto a
Cornide y Timerman- que acabara con ese gobierno de zurdos montoneros,
gobierno al que colocamos nosotros para sacar al comunista de Cámpora, a
quien -dicho sea de paso- pusimos por la fuerza para acabar de una vez
por todas con el régimen socialista que llevaron adelante OnganÃa,
Levingston y Lanusse. A La Morsa le hicimos una oferta que no pudo
rechazar, y todo para que volteara a Illia porque era un sucio trosko
que nos interrumpÃa los Sábados Circulares de Pipo Mancera para
mandarnos una Cadena Nacional. Illia, viejo traidor que nos vendió que
él era el indicado para acabar con el stalinismo de José MarÃa Guido,
ese zurdete al que antes habÃamos sentado por la fuerza a upa de
Frondizi para que exterminara el reinado del terror de vernos obligados a
tomar Bidú Cola, en vez de una imperialista Coca. Si lo hubiéramos
sabido antes, no habrÃamos votado a ese cuatro ojos que nos convenció
para reemplazar a Aramburu, a quien nosotros en persona le pedimos que
fusilara a los rebeldes peronistas y, cuando se nego -por zurdo- tomamos
las armas y gatillamos por nuestra cuenta.
Y pensar que confiamos en Aramburu y Lonardi para acabar con el
terrorismo negrero de Perón. DeberÃamos haber sospechado algo cuando
tuvimos que subir a los aviones de la Fuerza Aérea para arrojar por
nuestra cuenta aquellas bombas sobre la Plaza de Mayo. Qué se joda,
Perón. Eso le pasa por llenar el gobierno de zurditos disfrazados de
oficiales del Ejército Argentino, como ya lo habÃan hecho los
socialistas RamÃrez y Farrel. Y eso que fuimos nosotros los que los
levantamos de sus catreras a las cinco de la mañana para que vayan a
sacar al tupamaro Castillo del gobierno. Le pasó lo mismo que a Uriburu,
que después de voltear al guevarista de Yrigoyen, se convirtió en
filomonto. Si tan sólo El Peludo se hubiera mantenido en la lÃnea de
Alvear... Ese sà que era un tipo como la gente, no como el zurdo de su
abuelo, que puso en el Segundo Triunvirato a sus amigos de La Lautaro.
Fuimos nosotros, también -y vale recordar- los que volteamos el régimen
lenninista de Rosas y su ejército vestido de rojo soviet, para colocar
en su lugar a Urquiza, que resultó ser un agente de la KGB y, en razón
de ello, ultimado. También llevamos a San MartÃn de las patillas para
que sacara del poder al maoÃsta Pueyrredón, los que obligamos a Lavalle
para que aniquilara la vida del militante del ERP MartÃn Dorrego y
luego, al saber que Lavalle militaba en el movimiento de Milagro Sala,
lo fuimos a buscar a Jujuy para reventarlo de un corchazo.
Se nos podrá acusar de muchas cosas, pero al menos llenamos de nombres las calles del centro porteño.
A mi, en lo personal, la intención de Aliverti de mantenernos lejos de
él, más que una afrenta, la tomo con ternura. Como si nos interesa estar
cerca de él, del kirchnerismo y de las ideas clasistas anacrónicas, en
las cuales la bronca no los deja ver más allá del flequillo y afirman
que la clase media protesta porque tiene bronca de no poder seguir
lucrando como terratenientes millonarios. Bronca porque no entienden
porqué hay personas que no los quieren, si la Presi se forra en su mejor
vestuario y hasta viaja en helicóptero para ir a anunciar un llamado a
licitación para que alguna vez -porái, si pinta- se construyan dos
letrinas en la salita de primeros auxilios de Villa Ojete. AsÃ,
enojados, nos insultan a coro, sincronizadamente, y nos acusan de
delitos que no cometimos por razones que se podrÃan analizar
ideológicamente, si previo a ello rompiéramos las leyes de la
continuidad espacio-tiempo. Pero nosotros tenemos odio. Odio de clases
porque no queremos que el negrito de al lado tenga algo de lo que
nosotros sà disponemos. Quizás, si entendieran el concepto de movilidad
social, se darÃan cuenta que no nos molesta que el pobre deje de serlo,
pero que no vemos porqué nosotros no podemos ascender también, si para
ello nos deslomamos a diario. En definitiva, no es muy distinto a lo que
quiso para su vida Cristina, sólo que con el 0,01% de su pasar
económico, nos damos por satisfechos. Son las mismas aspiraciones que
eran reales hasta mediados de los setenta. Esa misma realidad que a un
sector hoy reivindicado, le parecÃa incorrecta, insufrible, deplorable
y, por ende, combatible por obligación.
Si lo que buscan es que la clase media sienta culpa porque el pobre
sigue siendo pobre, a pesar de llevar casi una década del crecimiento
económico sostenido más groso que haya visto la VÃa Láctea, pueden
seguir en la dulce espera. Si lo que quieren es que el laburante se
sienta culpable por pedir que se la saquen un poquito cuando deberÃa ser
solidario con el patrimonio de los funcionarios, le chingaron. Si lo
que pretenden es desprestigiar al inmenso número de manifestantes y para
ello los califican de borregos llevados de las narices, vaya a saber
uno por cuál fuerza misteriosa e invisible, no entendieron nada. No
esperábamos menos de ellos.
Martes. Si el trabajo dignifica, ser clase media es un orgullo.
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