D´Elía, los setenta, los DDHH y Venezuela
De la lucha entre buenos y malos a los fusilamientos en nombre del pueblo.
Por Ceferino Reato
Luis D´Elía suele
decir en público lo que sus jefes (la Presidenta, en primer lugar)
piensan y es por eso que sus dichos tienen tanto despliegue en los
medios de comunicación; si él no tuviera ese rol, sus palabras pasarían
inadvertidas. Es habitual que los gobiernos tengan ese tipo de
lenguaraces, que, a veces, incluso son luego reprendidos desde el atril
por sus mandantes. Menem los tuvo; Duhalde también.
El pedido de D´Elía para que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, fusile a un político opositor dice
mucho de una de las corrientes que integran el kirchnerismo, la más
radicalizada y autoritaria, que tiene una lectura binaria de los Setenta
y considera que Venezuela expresa un estadio superior a la Argentina en
aquella lucha entre buenos y malos que viene desde el fondo de la común
historia latinoamericana.
Ellos piensan que la historia es circular; que solo cambian las
fechas, los nombres y los lugares, pero que, en el fondo, es siempre la
misma disputa entre buenos y malos, amigos y enemigos, ángeles y
demonios. Y que ahora que en Venezuela y nuestro país gobiernan los
buenos, los amigos, los ángeles, es tiempo de que utilicen todos los
medios a su alcance para alcanzar la victoria. En nombre de las masas
populares y de los combatientes caídos por la revolución.
En este sentido, D´Elía, que, más allá de las formas, es inteligente y
leído, expresa un “colectivo” al que le gustaría un gobierno más
radicalizado, que no estuviera atado por la dura lógica de la economía,
que lo está obligando a un ajuste ortodoxo (devaluación, suba de tasa de
interés, enfriamiento de la economía, acuerdo con Repsol y el Club de
París, retorno pleno al FMI, etc.)
Ese sector considera que el futuro de la Argentina es Venezuela, y en
los setenta encuentra todo un arsenal de argumentos para explicar la
conveniencia de ese “momento decisivo” que está viviendo la patria de
Bolívar frente a la “conspiración” de la derecha patrocinada por el
imperialismo estadounidense.
Son personas que dicen defender los Derechos Humanos, pero, en
realidad, subordinan también ese tema a su esquema político. Hacen una
defensa táctica de los Derechos Humanos, cuando les conviene.
Hay políticos e intelectuales no kirchneristas que consideran que,
cuando algunos sectores del oficialismo idealizan tanto la lucha armada
de los setenta, están hablando de historia, de cosas viejas. No es así:
hablan del poder, del presente y del futuro.
Es probable que nuestro país no siga el camino venezolano. Pero, hay
que tener en cuenta que durante 40 años Venezuela fue un ejemplo de
alternancia democrática, desde el Pacto de Punto Fijo, de 1958. Había
dos grandes partidos: uno socialdemócrata y otro, democristiano. Ese
régimen político democrático soportó crisis económicas, guerrillas y
hasta intentos de golpe de Estado, de Hugo Chávez en 1992, mientras en
la Argentina y otros países de la región brotaban las dictaduras. Otro
elemento inquietante es la enorme riqueza de Venezuela, por el petróleo,
que hizo que en los setenta se la llamara Venezuela Saudita.
En política, casi nada es seguro.
*Director de la revista Fortuna, su último libro es ¡Viva la sangre!
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