Cuando al dolor no se lo mira de frente
Por Jorge Lanata
23/02/13
Las palabras de la Presidenta en la noche del jueves al recordar
la tragedia de Once llegaron tarde y mal. Cristina comparó la muerte de
su esposo con la de las 52 vÃctimas de la corrupción y la desidia estatal
luego de un año de deliberado silencio oscurecido por todo tipo de
preguntas que aún continúan sin respuesta: ¿hubiera pasado lo mismo de
no estar involucrados en la tragedia dos amigos personales de Néstor
como Jaime y De Vido? ¿por qué, de las 850 vÃctimas, sólo una docena
recibieron algún tipo de atención discrecional y el resto continúan
siendo ignorados? ¿ qué le pasa a los Kirchner con las tragedias? ¿negación, desinterés o conciencia culpable?
“¿Vos pensás que yo quiero estar acá? Yo estoy acá porque mataron a Lucas”, dijo en Radio Mitre Paolo Menghini Rey, con lágrimas en los ojos. DiscutÃamos sobre la reticencia de la AFA para realizar un minuto de silencio en homenaje a los muertos de Once cuando, en paralelo, podÃa verse en los canales de noticias la negativa de Pichetto al pedido radical de rendir el mismo homenaje en el Congreso.
“No está de acuerdo con las formas”, dijo el pequeño señor Pichetto y terminó la discusión.
La reacción del Gobierno frente a las tragedias excede lo polÃtico y quizá haya que buscar en la psicologÃa para comprenderla. El empecinamiento oficial pretende que, al negar la tragedia de Once, la tragedia no existe. No existe en el Congreso cuando Pichetto se escuda en el reglamento del consorcio o no existirá en los estadios cuando -aunque suene inverosÃmil- debe pedirse autorización a Fútbol para Todos para desplegar un cartel en cualquier tribuna.
La negación es un mecanismo de defensa del “Yo” que lo preserva de lo que no le gusta, de lo que no tiene capacidad para afrontar. El otro truco del “Yo” para defenderse de un entorno hostil es la proyección. Ambos se desarrollan en una etapa en la que el individuo está inmaduro y no puede enfrentar la realidad como se le presenta.
“La Presidenta no percibe, no se da cuenta de las cosas que suceden o de lo que se muestra diferente a su imagen de cómo son. La negación le opera permanentemente -dice a ClarÃn la psicóloga Alicia López Blanco- y lo combina con la proyección: esto es culpa de otro, la culpa siempre viene de afuera”.
Para López Blanco, a los sesenta años de Cristina es difÃcil esperar que esos mecanismos cambien, están “cristalizados”. La psicóloga sostiene que la Presidenta extiende su negación al duelo: “Hace veintiocho meses que murió El y ella sigue de negro -dice-. ¿Qué significa eso, que no puede elaborar el duelo? ¿o que el interlocutor era esencial para su identidad? ¿se pregunta qué será ella sin El?”.
“La Presidenta de la Nación expresa su profundo pesar por la muerte de ciudadanos en la tragedia ferroviaria ocurrida en horas de la mañana de hoy y envÃa sus condolencias a los familiares de las vÃctimas”. Esas treinta y seis palabras, escritas en el lejano tono anónimo de los telegramas, fueron las únicas declaraciones de Cristina sobre Once. Fueron dictadas desde El Calafate. En El Calafate estaba Néstor Kirchner durante la primera marcha de Blumberg y en El Calafate estaban cuando el poder escapó con espanto de la foto de Cromañón. Cristina también levantó su muro de silencio frente a la aparición sin vida de Candela o con las vÃctimas del accidente aéreo de Sol en RÃo Negro: veintidós muertos. Mientras el Papa Benedicto XVI hacÃa llegar sus condolencias a los familiares de las vÃctimas de Once y el presidente paraguayo llegaba al paÃs para brindar su apoyo a las familias de las vÃctimas, el silencio oficial se volvÃa más evidente.
" Ibarra no fue a la puerta de Cromañón para evitar una foto con los muertos ”, me recordó esta semana Beatriz Sarlo. “Y esa cobardÃa moral le costó la carrera polÃtica. Los Kirchner se quedaron en Calafate …” -Es que tienen un problema de reacción frente a las tragedias ...
-Es cierto, es muy extraño que su extrema sensibilidad para gobernar su imagen no pueda enfrentarse a eso … -Y es curioso, porque a la vez usaron la tragedia para su crecimiento, la muerte de Néstor acercó a la gente a Cristina ...
-Es una polÃtica narcisista, concluyó Beatriz.
“No, no, más adelante”, dijo Cristina en ParÃs cuando le pidieron una declaración sobre las muertes de Once. La Presidenta inauguraba en Francia una exposición fotográfica sobre el Rally Dakar en Argentina.
Y el “más adelante” nunca llegó. Cuando la negación se convierte en negación sicótica, el individuo está afectado para captar la realidad. La negación sicótica es más común de lo que parece: el fumador, por ejemplo, sabe que podrá ser vÃctima del cáncer pero lo niega e incluso imagina que, al ser placentero, es favorable para su salud. La conciencia del dolor en Cristina Kirchner parece la de una persona ensimismada. Le tocó comprobarlo a Zulma Ojeda Garbuio, la madre de un joven de 32 años que murió en la tragedia. Zulma fue convocada por Parrilli al despacho de Cristina en la tarde del 6 de marzo: “Presidenta, usted está rodeada de pirañas y una es Schiavi”, le dijo.
“No hablés asà de él, pobre, que tuvo un grave problema de salud como producto de este hecho”, le interrumpió Cristina.
La reunión cayó en un abismo cuando la Presidente le dijo, condescendiente: “Vos, ahora, hablás desde el dolor, pero todavÃa no sabés bien de qué se trata ”.
La despreocupación por el presente pone en cuestión, también, la legitimidad de su declamada preocupación por el pasado: ¿existen “monopolios del dolor”? ¿desaparecen los muertos de Once porque se los ignore? El Gobierno sólo tiene memoria a largo plazo; la muerte polÃtica cotiza en bolsa más que la muerte civil y ambas están sujetas a la manipulación. Cristina parece estar rodeada de fantasmas: de hechos que no existen pero que no puede mirar a los ojos.
“¿Vos pensás que yo quiero estar acá? Yo estoy acá porque mataron a Lucas”, dijo en Radio Mitre Paolo Menghini Rey, con lágrimas en los ojos. DiscutÃamos sobre la reticencia de la AFA para realizar un minuto de silencio en homenaje a los muertos de Once cuando, en paralelo, podÃa verse en los canales de noticias la negativa de Pichetto al pedido radical de rendir el mismo homenaje en el Congreso.
“No está de acuerdo con las formas”, dijo el pequeño señor Pichetto y terminó la discusión.
La reacción del Gobierno frente a las tragedias excede lo polÃtico y quizá haya que buscar en la psicologÃa para comprenderla. El empecinamiento oficial pretende que, al negar la tragedia de Once, la tragedia no existe. No existe en el Congreso cuando Pichetto se escuda en el reglamento del consorcio o no existirá en los estadios cuando -aunque suene inverosÃmil- debe pedirse autorización a Fútbol para Todos para desplegar un cartel en cualquier tribuna.
La negación es un mecanismo de defensa del “Yo” que lo preserva de lo que no le gusta, de lo que no tiene capacidad para afrontar. El otro truco del “Yo” para defenderse de un entorno hostil es la proyección. Ambos se desarrollan en una etapa en la que el individuo está inmaduro y no puede enfrentar la realidad como se le presenta.
“La Presidenta no percibe, no se da cuenta de las cosas que suceden o de lo que se muestra diferente a su imagen de cómo son. La negación le opera permanentemente -dice a ClarÃn la psicóloga Alicia López Blanco- y lo combina con la proyección: esto es culpa de otro, la culpa siempre viene de afuera”.
Para López Blanco, a los sesenta años de Cristina es difÃcil esperar que esos mecanismos cambien, están “cristalizados”. La psicóloga sostiene que la Presidenta extiende su negación al duelo: “Hace veintiocho meses que murió El y ella sigue de negro -dice-. ¿Qué significa eso, que no puede elaborar el duelo? ¿o que el interlocutor era esencial para su identidad? ¿se pregunta qué será ella sin El?”.
“La Presidenta de la Nación expresa su profundo pesar por la muerte de ciudadanos en la tragedia ferroviaria ocurrida en horas de la mañana de hoy y envÃa sus condolencias a los familiares de las vÃctimas”. Esas treinta y seis palabras, escritas en el lejano tono anónimo de los telegramas, fueron las únicas declaraciones de Cristina sobre Once. Fueron dictadas desde El Calafate. En El Calafate estaba Néstor Kirchner durante la primera marcha de Blumberg y en El Calafate estaban cuando el poder escapó con espanto de la foto de Cromañón. Cristina también levantó su muro de silencio frente a la aparición sin vida de Candela o con las vÃctimas del accidente aéreo de Sol en RÃo Negro: veintidós muertos. Mientras el Papa Benedicto XVI hacÃa llegar sus condolencias a los familiares de las vÃctimas de Once y el presidente paraguayo llegaba al paÃs para brindar su apoyo a las familias de las vÃctimas, el silencio oficial se volvÃa más evidente.
" Ibarra no fue a la puerta de Cromañón para evitar una foto con los muertos ”, me recordó esta semana Beatriz Sarlo. “Y esa cobardÃa moral le costó la carrera polÃtica. Los Kirchner se quedaron en Calafate …” -Es que tienen un problema de reacción frente a las tragedias ...
-Es cierto, es muy extraño que su extrema sensibilidad para gobernar su imagen no pueda enfrentarse a eso … -Y es curioso, porque a la vez usaron la tragedia para su crecimiento, la muerte de Néstor acercó a la gente a Cristina ...
-Es una polÃtica narcisista, concluyó Beatriz.
“No, no, más adelante”, dijo Cristina en ParÃs cuando le pidieron una declaración sobre las muertes de Once. La Presidenta inauguraba en Francia una exposición fotográfica sobre el Rally Dakar en Argentina.
Y el “más adelante” nunca llegó. Cuando la negación se convierte en negación sicótica, el individuo está afectado para captar la realidad. La negación sicótica es más común de lo que parece: el fumador, por ejemplo, sabe que podrá ser vÃctima del cáncer pero lo niega e incluso imagina que, al ser placentero, es favorable para su salud. La conciencia del dolor en Cristina Kirchner parece la de una persona ensimismada. Le tocó comprobarlo a Zulma Ojeda Garbuio, la madre de un joven de 32 años que murió en la tragedia. Zulma fue convocada por Parrilli al despacho de Cristina en la tarde del 6 de marzo: “Presidenta, usted está rodeada de pirañas y una es Schiavi”, le dijo.
“No hablés asà de él, pobre, que tuvo un grave problema de salud como producto de este hecho”, le interrumpió Cristina.
La reunión cayó en un abismo cuando la Presidente le dijo, condescendiente: “Vos, ahora, hablás desde el dolor, pero todavÃa no sabés bien de qué se trata ”.
La despreocupación por el presente pone en cuestión, también, la legitimidad de su declamada preocupación por el pasado: ¿existen “monopolios del dolor”? ¿desaparecen los muertos de Once porque se los ignore? El Gobierno sólo tiene memoria a largo plazo; la muerte polÃtica cotiza en bolsa más que la muerte civil y ambas están sujetas a la manipulación. Cristina parece estar rodeada de fantasmas: de hechos que no existen pero que no puede mirar a los ojos.
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