El afán de convertir los papelones en triunfos
Por Susana Viau para ClarÃn
12/01/13
Hace unos diez dÃas, en un departamento porteño, Guillermo
Moreno reunió a dirigentes de Unidos y Organizados –La Cámpora, Kolina,
Movimiento Evita– y de su propia tropa. La discusión se resumÃa en un
punto: diseñar el peregrinaje que garantizarÃa que la entrada a puerto
de la fragata Libertad se hiciera en una atmósfera de victoria. O, en
otras palabras, que la Presidenta llegara a Mar del Plata en olor de multitudes
. AllÃ, en ese departamento, se acordó el envÃo de micros bonaerenses
con su pasaje de empleados públicos, militantes de las distintas tribus
kirchneristas y un nutrido contingente de desposeÃdos que harÃan el
trayecto de ida y vuelta en el dÃa. Llegar, buscar ubicación, hacerle el
aguante a la nave y a la jefa de Estado, escuchar el discurso y volver
deprisa a los transportes. A eso se reducirÃa la estadÃa marplatense. La
mayorÃa de los congregados por las organizaciones sociales nunca antes habÃa estado frente al mar ; tal vez ninguno de ellos hubiera sentido jamás el golpe de una ola. Una nueva muestra de la sensibilidad nacional y popular: que los que nunca veranearon pudieran ver in situ cómo vacacionan otros en esa ciudad repleta de sombrillas y reposeras, saturada de olor a bronceadores y, asà y todo, la única donde el Atlántico se vuelve tolerable para cualquier criatura empedernidamente urbana. Todo hay que decirlo: no eran las únicas vÃctimas de los antojos presidenciales. En el afán de convertir sapos en palomas, a la mujer barbuda en un hada y a los papelones en triunfos , la nave retenida durante dos meses en Tema debió esperar dos dÃas fondeada en aguas argentinas mientras su tripulación postergaba de mala gana los deseos de reencontrarse con amigos y familiares. Un sacrificio ofrendado en el altar de las puestas de Javier Grossman que, caracterizado de Francis Ford Coppola, se paseaba por el muelle, feliz de la vida. El barco entrarÃa a rada con las velas plegadas porque el viento podÃa apartarlo de la ruta milimetrada; lo escoltarÃan doscientas embarcaciones pequeñas; lo precederÃa una exhibición de acrobacias aéreas. El programa preparado por Grossman incluÃa un único discurso, el de la Presidente y, como cierre, un espectáculo de fuegos artificiales y dos himnos –el nacional y el de la bandera– cantados por los tenores favoritos, uno de ellos el hermano del mandamás del sistema de medios públicos, Tristán Bauer. Ernesto Bauer es el “espontáneo” que “sorprendió” a Cristina Fernández entonando, de golpe y porrazo, el Ave MarÃa durante el velatorio de Néstor Kirchner.
Nada fue lo que se esperaba: los barcos no se contaron por centenares sino por decenas, las piruetas de los aviones se parecieron sospechosamente a maniobras de fumigación , los fuegos artificiales resultaron de una pobreza franciscana y los tenores desafinaron . Sólo la Presidente retomó el tono épico que prometÃa la leyenda del afiche de Peronismo Militante: “Nosotros viento –decÃa–, la Patria Barco. Cristina Capitana”. La jefa del Estado, de espaldas al mar y con el cabello flotando al viento dio la bienvenida a la fragata. Dos lÃneas que sirvieron de introducción a una enumeración de sus luchas por el desendeudamiento y contra la acción de los fondos buitre y también y por sobre todo de su propia entereza. “No me pidan nunca un gesto de hipocresÃa o falsedad, con mis defectos, con mis errores, con mis horrores, soy como me ven, de una sola pieza, no miento, no engaño, me interesa la Patria, defiendo la Bandera, quiero que la memoria de El, de mi compañero, quede bien en alto”.
No tiene abuela , la Presidente. Aunque, claro, se comprende. Intentaba recuperar la iniciativa tras una semana plagada de traspiés. La carta de respuesta a Ricardo DarÃn y a sus dudas respecto de la fortuna de los santacruceños supuso un error mayúsculo y le valió una avalancha de crÃticas. El argumento de que el patrimonio de los Kirchner ha sido el más auditado de la historia argentina habÃa sonado a tomadura de pelo. Es que, contra cualquier práctica republicana, los argentinos ni siquiera están habilitados para acceder al sueldo de quien los gobierna, mucho menos a informarse de cuántos y de qué magnitud son los aumentos que recibe. Para peor, el asado en la ESMA reabrió la polémica en torno de la autenticidad de la pasión K por los derechos humanos . De nada valieron las explicaciones acerca de las resignificación del dolor y su transformación en alegrÃa: los Kirchner no son personas autorizadas para sostener esas teorÃas. Hace dos años y medio que Cristina Fernández exhibe un luto riguroso y, que se sepa, aún no se ha mostrado dispuesta a permitir la instalación de parrillas o el dictado de cursos de cocina en el descomunal mausoleo patagónico de su marido.
Veinticuatro horas más tarde y antes de su viaje volvió a dirigirse a los ciudadanos. Esta vez en cadena nacional y para anunciar la “ratificación del pago del primer anticipo del contrato” para adquirir material ferroviario. Vagones comprados en China que, para honrar al proceso industrializador que propone el “modelo”, no tienen ni un tornillo de fabricación nacional . Sin embargo, con los ojos puestos en el futuro promisorio, no hubo tiempo ni espacio para recordar la tragedia de Once, 52 cadáveres que obligaron a poner en foco la situación de altÃsimo riesgo que, en cada viaje, afrontan los usuarios y hacen del transporte ferroviario un deporte extremo.
Pese a que, frente a la fragata, habÃa recordado con vehemencia aquel bando sanmartiniano que prometÃa luchar hasta “en pelotas, como nuestros hermanos los indios”, tampoco se refirió al por cierto bien llamado etnicidio de los Qom y al que, hasta el jueves, pareció ser el último, salvaje asesinato de un adolescente de esa comunidad. La del niño despellejado y destrozado a golpes no es una historia policial . Es una historia del prejuicio, de una espeluznante, sorda batalla por la tierra, esconde oscuros intereses económicos. Los ejecutores de esa masacre en cuotas gozan de protecciones polÃticas y policiales. Ahora es el cuerpo de un sobrino del cacique Félix DÃaz (expulsado por las huestes de Andrés Larroque de su acampe en la avenida 9 de Julio, a mediados de 2011) el que debe ser exhumado. Dicen que el chico, de 16 años, murió atropellado en una ruta. En todo caso, la misma manera de dejar este mundo que, a las cuatro de la tarde de un soleado dÃa de mediados de diciembre último, eligieron Celestina Jara y su nieta, Yanina Coyipé, de diez meses. Calcado a lo que le pasó a Roberto López, a Mártires López y casi igual que el extraño episodio que vivió el cacique DÃaz, cuando le tiraron encima una camioneta que a duras penas logró esquivar. Son distraÃdos, los Qom. Son irresponsables. Y lo peor, no escarmientan. Habrá que recomendarles un curso de seguridad vial.
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