Marta es la feliz mamĆ” de RocĆo. Como toda mamĆ” amorosa cuida y protege a su pimpollo con todo su amor. RocĆo ha cumplido ya sus siete aƱos y en el colegio la seƱorita ha comenzado a prestarle toda la atenciĆ³n que merece. Es una nena amorosa y aplicada, pero en mĆ”s de una oportunidad las tareas para el hogar tienen el sello inconfundible de la mano materna. La maestra sabe que esto es normal y que la ayuda de la mamĆ” administrada de manera inteligente puede redundar en un beneficio casi tan grande como el daƱo que ocasionarĆa su uso abusivo, asĆ que la manda llamar y le explica que es necesario que por el bien de la niƱa le enseƱe que las tareas deben ser realizadas por ella misma. La mamĆ” de RocĆo es una persona muy inteligente y reconoce en las palabras de la maestra un consejo digno de poner en prĆ”ctica y pone manos a la obra.
El viernes serĆa el dĆa elegido. Las tareas para el fin de semana eran pocas y divertidas. Ya el Lunes podrĆan disfrutar del fruto del esfuerzo personal.
Pero RocĆo no tenĆa ganas. Se habĆa acostumbrado a que todo lo hiciera la mamĆ”. Hizo un berrinche aquĆ, otro por allĆ”. RevoleĆ³ por los aires los lĆ”pices de colores y las pinturitas terminaron pisadas sobre el parquet del living sin mĆ”s.
Marta debiĆ³ sumar paciencias, dominar tempestades, sentarse y explicar, no una, sino cien veces, hasta que entre mocos y pucheros RocĆo comenzara a hacer los deberes con sus propias manitos un domingo a altas horas de la tarde.
DibujĆ³ las vacas del campo, los cercos, el trigo y el pan. La leche y las ovejas pastando bajo el cielo celeste Pelikan. No tardĆ³ mucho, pero lo hizo todo sola. Por primera vez.
Marta no cabĆa en su cuerpo de orgullo y alegrĆa mientras RocĆo prolijamente guardaba su Ćŗtiles y daba una Ćŗltima mirada al trabajo que el lunes debĆa presentar.
Ninguna de las dos pudo pegar un ojo esa noche. PapƔ tampoco porque una esposa inquieta revisaba reiteradamente el despertador para adelantar la maƱana.
En el desayuno se miraron largamente con una sonrisa que transmitĆa victoria y al fin fueron juntas hasta la puerta de la escuela barrial.
Marta la despidiĆ³ como siempre con un gran beso y un "suerte" que nunca estaba de mĆ”s.
Las cuatro horas pasaron lentamente. Incluso Marta llegĆ³ a buscarla quince minutos antes de lo normal. No todos los dĆas su hija tomaba su primer responsabilidad y la llevaba adelante por ella misma. Ahora era el momento de las recompensas. ¿HabrĆ” sacado un diez? Si, seguramente. No menos de un ocho. Y lo habĆa logrado ella sola.
RocĆo saliĆ³ como siempre, jugando con Mabel y apenas percatĆ”ndose de la presencia de su mamĆ”.
-¿y? ¿CĆ³mo te fue?
-Bien- contestĆ³ RocĆo
¿Y los deberes?... ¿QuĆ© dijo la maestra?
-No los corrigiĆ³ porque nadie mĆ”s los habĆa traĆdo...
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Estimado Troll o leecher, usuario fake (que se hace pasar por otro usuario); o usuario tĆtere ( que se hace pasar por varios y diferentes usuarios), no desperdicie su tiempo ni el mĆo. Si me parece que el comentario no aporta nada positivo, el mismo serĆ” eliminado. Este Blog es un espacio personal en el que el titular no tiene tiempo ni ganas de explicar que no, no cree que las Abuelas de Plaza de Mayo merezcan el premio Nobel; ni que los Dictadores Militares sean inocentes; o que Fidel Castro fue el Ćŗnico gobernante democrĆ”tico de LatinoamĆ©rica en los Ćŗltimos 50 aƱos; o que Israel es un estado humanitario y justo; o que Kristina vino a salvar al pueblo y es del pueblo.
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