CorrupciĆ³n de Estado


Por Alfredo Leuco

EstallĆ³ en toda su dimensiĆ³n la nauseabunda megacorrupciĆ³n de Estado. Es mucho mĆ”s que un comportamiento Ć©tico despreciable y delictivo que exige juicio, castigo y condena a los culpables. Es el asesinato simbĆ³lico del pensamiento progresista en la Argentina. Es lo que diferencia a NĆ©stor y Cristina de Lula y Dilma o del Pepe y TabarĆ© o de Michelle Bachelet y Ricardo Lagos. Todos ellos viven en forma austera y sin sospechas, y aunque algunos, sobre todo en Brasil, padecieron escĆ”ndalos como el caso Petrobras, en sus administraciones nada los impactĆ³ de lleno y todos siguen militando segĆŗn sus convicciones y sin haber cosechado en forma ilegal una fortuna incalculable producto de la bulimia por el dinero como el matrimonio Kirchner.
¿Tenemos mala suerte los argentinos o somos el huevo de la serpiente que produce partos mostrencos? Porque mientras en la regiĆ³n la modernizaciĆ³n liberal tuvo a honrados y brillantes intelectuales como Fernando Henrique Cardoso, JosĆ© MarĆ­a Sanguinetti, o empresarios exitosos como SebastiĆ”n PiƱera, nosotros tuvimos a Carlos Menem. ¿El peronismo es vĆ­ctima o victimario de estas malversaciones? Tal vez el hecho de tener en el seno de su movimiento todas las corrientes ideolĆ³gicas lo llevĆ³ a exagerar o a alardear de lo que no tenĆ­a. Menem, corrupciĆ³n mediante, y carente de toda formaciĆ³n liberal, llevĆ³ a su gobierno a la desocupaciĆ³n y el quiebre de la producciĆ³n nacional, casi al lĆ­mite de un conservadurismo retrĆ³grado a imagen de Margaret Thatcher y George Bush. NĆ©stor y Cristina, sobreactuando una revoluciĆ³n emancipadora que nunca pregonaron, tuvieron en su feudalismo ladriprogresista el espejo primitivo y autoritario de Hugo ChĆ”vez.
Es cierto que la flexibilidad pragmĆ”tica del peronismo le permite asumir todos los ropajes segĆŗn los vientos ideolĆ³gicos que soplen en cada Ć©poca. Pero la ausencia de convicciones firmes, tanto liberales como progresistas, parece hacerlos desbarrancar en una caricatura que finge los contenidos genuinos y termina sembrando desilusiĆ³n.
Menem dejĆ³ tierra arrasada en el campo del liberalismo. Y los Kirchner van a dejar en la lona el pensamiento de centroizquierda que tanto elevaron Bachelet, Lula y TabarĆ©. Los motivos son muchos y merecen un ensayo mĆ”s serio que una columna periodĆ­stica de circunstancia. Los niveles de corrupciĆ³n de la era Kirchner superaron todos los lĆ­mites histĆ³ricos. Dejaron de ser una forma de enriquecerse ilegalmente y pasaron a ser un sĆ­ntoma de una enfermedad bulĆ­mica del poder y del dinero que los llevĆ³ a cometer torpezas infantiles. Falsificaron los ideales por dinero. Eso no hay con quĆ© pagarlo. Dice Julio BĆ”rbaro que el disidente que piensa distinto es enemigo golpista al que hay que perseguir. Y el delincuente como Amado Boudou es un amigo al que hay que encubrir.
Esta es la herencia mƔs patƩtica que va a dejar el kirchnerismo. AdemƔs de la fractura social expuesta que abrieron con el odio que inocularon en todas las organizaciones sociales. Son capaces de partir al medio al otrora venerable CELS, que de la mano de Horacio Verbitsky se puso al servicio de fiscales como Carlos Gonella.
Casos. Y eso que no hablo sĆ³lo del escĆ”ndalo de la cadena de hoteles y resorts all inclusive de las familias Kirchner y BĆ”ez. El planteo va mucho mĆ”s allĆ” de las burdas maniobras de lavado en Nevada, Seychelles o Suiza. O de la compra al contado rabioso de un campo en Mendoza con cinco millones de dĆ³lares sobre la mesa. En los prĆ³ximos dĆ­as van a seguir estallando hallazgos vergonzosos y repugnantes sobre los negocios de NĆ©stor que ni Cristina conocĆ­a en toda su extensiĆ³n. Se muriĆ³ demasiado temprano, no tuvo tiempo ni de emprolijar los papeles. Todo estĆ” allĆ­ en la superficie para cualquier fiscal, juez o periodista que tenga tiempo y coraje para investigar.
La denuncia de la revista Noticias sobre las joyas de la Corona hacen temblar institucionalmente a la Argentina. Es triste e inquietante. Pero no se puede mirar para otro lado ni ser cĆ³mplice de semejante salvajada. Se puede ayudar a Cristina a terminar en paz como pide el papa Francisco. Pero no se puede santificar la compra de joyas en negro por mĆ”s de un millĆ³n de dĆ³lares y sin mencionar en las declaraciones juradas. No hay testaferros ni rutas sofisticadas para esconder los nĆŗmeros en cajas fuertes o en empresas fantasma. Todo lo tiene colgado Cristina de su cuello y orejas.
Collares de magnate y aros de reina hacen que un simple llamado de los tribunales para pedir las facturas correspondientes deje a la Presidenta muy mal parada frente a la historia y a su discurso hipĆ³crita a favor de los pobres.
Sin vuelta. La fiesta del consumo y el relato kirchnerista entraron en su etapa ridĆ­cula, y de eso nunca se vuelve.
No sĆ³lo porque termina castigando a su propia clientela de la CGT oficialista que fue perdiendo hasta la carrera contra la inflaciĆ³n, o por los 200 mil millones de pesos de rojo fiscal rĆ©cord de la dĆ©cada pese a que jamĆ”s hubo tanta presiĆ³n impositiva, ni por el carnaval desenfrenado de subsidios que llegan al 5% del PBI. Hay episodios de la batallita cultural que son tragicĆ³micos.
Observar el jueves en la TV PĆŗblica un ya emitido 6,7,8 con Alberto Samid dando cĆ”tedra frente a Jorge Dorio y Edgardo Mocca daba un poco de vergĆ¼encita ajena. Con la sutileza de un carnicero criticaba a los supermercados como responsables de esta inflaciĆ³n desmesurada, olvidando que vinieron diciendo que la inflaciĆ³n no existĆ­a o que va a ser del 24%, cuando Cristina habĆ­a dicho en Harvard que de ser cierto eso estallarĆ­a el paĆ­s. Samid, que seguramente tramitarĆ” su afiliaciĆ³n a Carta Abierta, ponĆ­a como ejemplo sano de reinversiĆ³n en el paĆ­s a Amalita Lacroze de Fortabat, no a Dolores IbĆ”rruri, “la Pasionaria”, ni a Eva PerĆ³n.
Los integrantes del cartel del pautatraficante Diego Gvirtz miraban con la boca abierta. Samid, Ć­cono cultural y moral del menemismo, ocupaba el mismo rol de defensor de Cristina que Pacho O’Donnell y VĆ­ctor Ramos en el encarnizado combate por llevar el cajĆ³n de muerto del Instituto Dorrego. Los tres, Samid, Pacho y Ramos, fueron en su medida y armoniosamente, menemistas y kirchneristas y ya estĆ”n anotados en el sciolismo de la primera hora. Pacho tardĆ­amente descubriĆ³ que entre algunos integrantes de la entidad que fundĆ³ hace apenas tres aƱos y propuso disolver hay “lacras y enemigos” peores que “Beatriz Sarlo o Luis Alberto Romero” y “aburguesados”, ja ja ja. ¿Se referirĆ” a varios pluriempleados del Estado como HernĆ”n Brienza o Roberto Caballero?
VĆ­ctor Ramos, que es a Jorge Abelardo lo que HĆ©ctor a Jacobo Timerman, denuncia a esta altura del partido que “La CĆ”mpora es una policĆ­a polĆ­tica que persigue e interroga a chicos de la villa para darles o no trabajo” pero que “son un grupo de amigos de MĆ”ximo necesarios para levantarle el Ć”nimo a Cristina cuando las cosas no andan bien como ahora”.
Claudio Villarruel se sorprende porque ElectroingenierĆ­a usurpa su casa y no le paga el alquiler hace cuatro aƱos o no paga las cargas previsionales y no lo deja entrar a Radio del Plata como hicieron hace aƱos con Nelson Castro. ¿Hay una toma de conciencia relĆ”mpago de la gĆ©nesis contrabandista del cristinismo o sĆ³lo se trata de la estampida de la huida?
Cada dĆ­a necesitamos mĆ”s intelectuales que nos expliquen esta confusiĆ³n. Tal vez Ricardo Forster, el secretario de CoordinaciĆ³n EstratĆ©gica del Pensamiento Nacional que estĆ” tan callado, nos pueda orientar sobre el origen de las joyas de la reina Cristina, o el ex periodista Horacio Verbitsky pueda adaptar aquel aporte revolucionario del periodismo de investigaciĆ³n y rebautizarlo como “Joyas para la Corona”.

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