La Ineptocracia Argenta


Se sabe que la meritocracia (del latín mereo ‘merecer, obtener’) es una forma de gobierno basada en el mérito.  Las posiciones jerárquicas son conquistadas con base al mismo, y hay una predominancia de valores asociados a la capacidad individual o al espíritu competitivo, tales como, por ejemplo, la excelencia en educación, producción o deportes.
La meritocracia está asociada, por ejemplo, al estado burocrático bien entendido, siendo la forma por la cual los funcionarios estatales son seleccionados para sus puestos de acuerdo con su capacidad (a través de concursos, por ejemplo). O también más comúnmente asociado a los exámenes de ingreso o evaluación en las escuelas, en las cuales no hay discriminación entre los alumnos en cuanto a las preguntas o temas propuestos.
Así, la meritocracia también indica posiciones conseguidas por mérito personal.
En sus antípodas se encuentra lo que se ha dado en llamar Ineptocracia . Un sistema de gobierno que se alimenta de aquellos que por sus propios méritos jamás lograrían acceder a un cargo de importancia. Play Boys adictos a la estafa, la guitarra y el lujo se convierten en ministros de economía, vicepresidentes o cualquier cargo público donde pueda enriquecerse hasta que alguien se de cuenta. Profesores adjuntos que nunca pudieron ganar una titularidad en su materia de historia de la economía, se ponen a intentar administrar la economía de un país de verdad haciendo agua por todos lados y desmadrando las finanzas públicas. Un señor dado a los improperios y la falta de educación es colocado como canciller mientras nos debatimos en la delgada línea roja que nos separa de una guerra interior.


Todos ejemplos reales de como acomodar piezas que sean funcionales a una ideología que fomenta la juventud y el cambio por sobre la experiencia y el crecimiento sostenido.
En la medida que se siga con el esquema de tarjeta de crédito donde gastar y gastar sea la idea principal sin tener en cuenta que algún día habrá que pagar las deudas contraídas, un país estará sumergido en el patio de juegos de cuanto mediocre obsecuente quiera subir a jugar con total impunidad.
La ineptocracia premia al vago, al vivillo que no estudia ni se prepara pero que está dispuesto a obedecer a un líder que tenga la suficiente perversión como para sacrificar a millones en beneficio de su propio bolsillo.

Por eso en Internet ya se la define de manera tendenciosa hacia la derecha como “Un sistema de gobierno en el que los menos aptos para liderar son elegidos por los menos capaces de producir, y en el que aquellos miembros de la sociedad menos capaces de sustentarse a sí mismos o de triunfar son recompensados con bienes y servicios procedentes de la riqueza que le ha sido confiscada a un número cada vez menor de productores“.

Te suena?.

Yo estoy más preocupado por los infinitos decretos que ponen en funciones a personas desconocidas, sin título habilitante, simplemente porque son fieles a los lineamientos de un partido político trepado al poder.
El Estado no debe permitir esto. Un gobierno no puede ser funcional a un partido político y modificar las leyes para su propia conveniencia e impunidad.
Nos gobiernan los ineptos, pues los aptos, aquellos que accedieron por mérito propio, fueron desplazados o renuncionaron por la vergüenza ajena generada por lo que han tenido que ver.
Los jóvenes han entendido que no hace falta estudiar ni esforzarce, que tan sólo siendo obsecuentes lograrán el sueño de que su ineptitud sea monetariamente recompensada. Mientras tanto, aquellos que cumplen con su trabajo e intentan custodiar el correcto funcionamiento de los engranajes de la República, son víctimas del escarnio de los mayores corruptos que usted se pueda imaginar.
Se hará justicia?



Taluego


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