CabandiƩ chapeando con placa devaluada

Un Pobre Pibe
CabandiƩ chapeando con placa devaluada

Juan CabandiĆ© y su prepoteada a la gendarme, muestran el ejemplo de uno de los principales errores de estos 30 aƱos de democracia, que consistiĆ³ en haber colocado a los guerrilleros de los ´70, y a sus descendientes, en una suerte de pedestal moral de la naciĆ³n, cuando lo que se debiĆ³ hacer era explicar la historia completa, y que los que mataron pidieran disculpas y demostraran arrepentimiento genuino por haber tomado las armas para asesinar a otros argentinos.

CabandiĆ© es una triste consecuencia de esa actitud de la democracia, y el correctivo lo recibiĆ³ Ć©l, de parte de una argentina de 22 aƱos que no solamente no sabĆ­a quien era la celebritie legislativa, sino para quien su historia y sus supuestos pergaminos no estaban de ninguna manera por encima de su propio trabajo, y su responsabilidad.

- Vos podrƔs ser todo lo diputado que quieras y podrƔs tener todas las canciones que quieras, pero a mi me dijiste boluda y eso es una falta de respecto sea quien fueres, y te hayas bancado a quien te hayas bancado -.

Un correctivo claro y conciso, para un nadie que se creyĆ³ que tenĆ­a luces propias, y que en 6 aƱos de legislador ya adquiriĆ³ los peores vicios de la actividad polĆ­tica: La certeza de ser mĆ”s importante que los demĆ”s, y de estar por encima de las normas.

La gendarme de 22 aƱos no ha recibido indemnizaciones millonarias que le resolvieran la economƭa. Tiene que trabajar y su trabajo consiste en hacerle cumplir la ley a gente tan menor como Juan CabandiƩ. Y ya ni eso puede hacer, porque, a instancias de CabandiƩ, la echaron de su trabajo.
Y este episodio tambiƩn es una muestra del fin de ciclo kirchnerista.

Porque la manipulaciĆ³n de la historia de los ´70, que el kirchnerisno realizĆ³ desde el primer dĆ­a, en busca de rĆ©ditos polĆ­ticos, a estas alturas, ya no recoge adhesiones en ningĆŗn lado.

El descrĆ©dito de CabandiĆ© es el resultado de la prostituciĆ³n que las propias organizaciones de derechos humanos experimentaron durante la dĆ©cada kirchnerista.

Porque muchos ya se dieron cuenta que el derecho a la identidad era para las familias, pero nunca para las vĆ­ctimas. La vĆ­ctimas apropiadas quedaron siempre entre la gloria o el escarnio, segĆŗn eligieran posicionarse del lado de las organizaciones de DDHH, o del lado de sus familias de crianza.

No han respetado a los apropiados que no quisieron cambiar su vida, y los han vituperado.  Porque Estela Carlotto rifĆ³ gran parte de su prestigio corriendo a los Noble Herrera por las calles, para tomarles compulsivamente muestras de ADN, convalidando actitudes de claro fascismo, porque eran en beneficio propio.

Porque Hebe de Bonafini pasĆ³ de ser Ć­cono de la lucha social a empresaria inmobiliaria salpicada de corrupciĆ³n, y porque las indemnizaciones millonarias que el estado pagĆ³ a las familias de vĆ­ctimas de desapariciĆ³n forzada, sumada al nuevo status social que la democracia reciente les confiriĆ³, los convirtiĆ³ en una autĆ©ntica nueva pequeƱa clase oligĆ”rquica de la Argentina.

Juan CabandiƩ estƔ convencido de que tiene mayor autoridad moral que otros, por haber nacido en cautiverio. Nunca nadie le dijo que lo estaban convirtiendo en ƭcono de una historia cierta, pero magnificada al extremo.

Nadie les explicĆ³ ni a Ć©l, ni a Victoria Donda ni a Horacio Pietragalla, que estaban accediendo a una banca legislativa no por sus calidades polĆ­ticas sino por su magnificada significancia social.

Y ocurriĆ³ lo que, inevitablemente, tenĆ­a que ocurrir: Se la creyeron.

CabandiĆ© lleva apenas 10 aƱos de su "nueva vida", y en esos 10 aƱos ya aquilata canciones homenaje, y 6 aƱos como legislador porteƱo, durante los cuales su participaciĆ³n mĆ”s destacable fue haber propuesto la creaciĆ³n de un monumento a Diego Maradona, en 2010...

Es verdad que los militares de la dictadura lo convirtieron en vĆ­ctima desde su nacimiento, pero alguna vez, probablemente, alguien le haga comprender, que NĆ©stor Kirchner lo convirtiĆ³ en una nueva vĆ­ctima de la miseria polĆ­tica. Lleva 10 aƱos de su nueva vida y estĆ” convencido de que ocupa el lugar que ocupa por mĆ©rito propio.

En el principio y en el final, Juan CabandiƩ no deja de ser un pobre pibe.

FabiƔn Ferrante
 

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