Una manga de troncos - A. Borensztein


Una manga de troncos
Por Alejandro Borensztein

24/02/13
Se supone que los dirigentes de un país se realizan y trascienden cuando logran el bienestar común. El resto de los asalariados y monotributistas nos realizamos y trascendemos según el viejo apotegma: tener un hijo, escribir un libro y arrancar un árbol.
Hoy en día cualquier pavote tiene un hijo, y ni hablar de cuántos escriben. En cambio arrancar un árbol es mucho más complicado. Por eso, la discusión en la Argentina ya no es la inflación, la inseguridad, los abusos de poder, ni nada de eso.
Ahora el asunto de fondo son los árboles. Sobre todo desde que el Compañero Mauri, dado el éxito del Metrobús en la Juan B. Justo, no tuvo mejor idea que hacer otro en la 9 de Julio. En este caso, el tema es un poquito más delicado y vas más allá de un problema de tránsito. Debería haber hecho un concurso o consultado con los principales arquitectos y urbanistas del país pero bueno, ya sabemos que consultar y tener en cuenta a los que más saben no está en el diccionario de la Real Academia Política Argentina. En eso también el gobierno kirchnerista ha hecho escuela.
El lío se armó porque justo en el camino se le cruzaron unos árboles peronistas y no hubo más remedio que transplantarlos. El gobierno nacional vio en este asunto la veta para embestir contra Macri, y mandó a toda su falange propagandística neofascista (cada vez más grande, más cara y más inútil) a pegarle por sacar los árboles del campo popular que impedían la obra. Macri no tuvo mejor idea que contestarles que, mucho antes, el kirchnerismo arrancó cientos de árboles gorilas para construir Tecnópolis. El gobierno se puso como loco y Parrilli dijo que Macri era un mentiroso y un vago irresponsable. Una redundancia porque, como todo el mundo sabe, los vagos siempre son irresponsables, sino no serían vagos. Pero estos kirchneristas están tan cabrones que ya dicen cualquier cosa.
Aníbal Fernández agregó que “mientras el mundo va hacia el subterráneo, a Él (en este caso Él vendría a ser el famoso “vago irresponsable”) se le ocurre semejante obra”. Parece mentira que llamen “semejante obra” a dos carriles de morondanga con veredas a los costados, algunos bancos con techito y un farolito con un papelero cada 50 metros. Todos hablan del Metrobús como si fuera el Eurotúnel que une Francia con Inglaterra por abajo del Canal de la Mancha. En fin, es lo que hay.
Desde el PRO, la diputada Laura Alonso se despachó contra Aníbal Fernández: “Es el primer burro con bigotes que conozco”. Poco mundo, yo conozco un montón.
Así siguió este debate académico hasta que el viernes 15 la Compañera Jefa sentenció: “Los árboles son sagrados”. En realidad son sagrados ahora, porque según Greenpeace, la WWF (World Wildlife Foundation) y varias organizaciones más, en los últimos 10 años se talaron en la Argentina 2.500.000 hectáreas. A 1.500 árboles por hectárea, son aproximadamente… 3.750 millones de árboles!! Si calculamos que un árbol mide un promedio de 15 metros y los ponemos a todos en fila tendremos 56.200.000 km de árboles (3.750.000.000 árboles x 15 metros / 1000 metros). Exactamente la distancia de la Tierra a…. Marte!! (durante el perihelio del 27 de agosto de 2003 a las 9.55 AM (GMT) la distancia a Marte fue de 55.800.000 kilómetros, y el que no me cree que le pregunte a Moreno que es un genio y sabe de todo).
Toda esta cuenta es para explicar que cuando la Compañera Jefa dijo el viernes a la mañana que los árboles son sagrados, quiso decir que lo eran a partir de ese día, porque hasta el jueves a la noche se cagaban en los árboles más que en Clarín, en Nación, en Perfil, en Binner y en Scioli juntos (próximamente, en la Constitución Nacional también). Para ser justos, vale lo dicho también para gran parte de la clase política, salvo Bonasso, Pino y alguno que otro más. La ley de bosques dio vueltas 3 años entre el Congreso y el gobierno hasta que se promulgó. Se ve que ahora les sobran los troncos.
Tampoco es cuestión de darle al gobierno con un palo. Si no pueden controlar los arbolitos de Florida que venden los verdes a 7.80 no pretendan que controle lo que pasa en el Impenetrable Chaqueño.
¿Quién voltea más árboles? ¿Dónde los ponen? ¿Los tendrá Cristóbal López? ¿Qué oscuros intereses se esconden? Si esto sigue así, ¿dónde irán a mear los perros argentinos? Es por todo esto que propongo, desde este humilde espacio, la creación de una Comisión de la Verdad. No queda otra.
En primer lugar, habría que conformarla con 5 especialistas: dos por parte de los árboles, dos por parte de los leñadores, y uno de común acuerdo. ¿Plazo? Ninguno. Si el acuerdo con Irán no contempla ningún plazo… ¿qué importancia tiene poner un plazo para esta pelotudez?
Luego habría que remitirles todos los expedientes. Facilísimo. Por ejemplo, en el tema Irán dicen que hay como 120.000 folios (240.000 carillas) que serán enviados en dos o tres aviones Hércules, previa traducción al inglés y al farsi. Calculando que un tipo puede traducir alrededor de 50 páginas por semana, poniendo 100 traductores necesitás 50 semanas, o sea un año. Luego otro añito más para traducirlo del inglés al farsi, y recién ahí la comisión se pondría a estudiar el expediente. Teniendo en cuenta que de los cinco ñatos hay dos que hinchan por Irán y uno que quiere el empate, se van a tomar como mínimo otro año más.
Si esto no es tirar la pelota afuera, que me expliquen qué es. Mientras pasen estos años, los leñadores (al igual que los iraníes) dirán que los árboles se arrancan solitos y que ellos sólo usan hachas para cortar la pizza cuando viene medio quemadita. Eso hemos firmado y aprobado. Como se ve, en la Argentina sobran los troncos, por llamarlos de una manera piadosa.
Pero no todos son troncos ni de madera. Cuando yo era chico atajaba bastante bien y soñaba con ser el arquero de Boca. Durante años lo volví loco a mi viejo para que me llevara a probar a La Candela, donde entrenaban los planteles xeneizes. Tanto le rompí las pelotas que un día me dijo: “bueno basta!! agarrá el buzo, las rodilleras (se usaban rodilleras) los guantes y vamos!!...” pero, pese a que él también era de Boca, no tuvo mejor idea que llevarme a probar al Monumental porque le quedaba más cerca. Una frustración que nunca superé. Mi ídolo de toda la vida fue Antonio Roma. Murió el miércoles. Esas idolatrías que uno abraza de niño y no se borran nunca más. Aprovecho el privilegio de ocupar esta página para despedirlo. Bajo aquellos tres palos de madera, ese hombre hizo feliz a mucha gente, se realizó y trascendió. Fue bueno para el mundo.
El árbol no le tapó el bosque.

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