Se puso negro / RDP

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Se puso Negro


Dos semanas atrás el Sindicato de Camioneros avisó que iniciarían una serie de paros sorpresivos. El Gobierno, totalmente en otra, no le dio bola mientras buscaba de qué manera seguiría la revolución del modelo de redistribución de los aportes patronales con base en impresión de billetes diversificada. Presentaron como medida innovadora un paquete de créditos para la construcción de viviendas. Innovadora es. Entre las diversas locuras manifestadas en el anuncio, surgieron algunas novedades que revolucionarán las políticas habitacionales de la humanidad. Axel Kicillof dijo que el piso de ingresos para acceder a los créditos es muy bajo. Y por bajo, el Elvis marxista se refirió a cero pesos. Como esta guita sale de la Anses, podemos afirmar que el crédito surca los límites de la continuidad espacio tiempo, con lo que el dinero para que hoy se puedan levantar viviendas, lo prestamos nosotros desde el futuro, accediendo a vivir de lo que podamos mendigar. 

Otra gran novedad tiene que ver con la habilitación de terrenos fiscales para la construcción de las viviendas, por lo que este gobierno se convierte en el primero de la historia en saquear las jubilaciones futuras para incentivar a que la gente levante sus viviendas en terrenos públicos. Ante este panorama, los habitantes de cada villa urbana debería sentirse un pionero trabajador autónomo. Por último, que el anuncio de créditos se efectuara un par de días después que el lanzamiento de los hipotecarios blandos del Gobierno de la Ciudad, no sorprende tanto como la creencia de Cristina de considerar que los créditos porteños contribuyen a una burbuja inmobiliaria, término acuñado para describir la situación que precedió a la gran crisis norteamericana de fines de la década pasada. La Presi, evidentemente, cada vez que dice que el mundo se derrumbó como una burbuja -aún no entiendo como nadie se le cagó de risa- no tenía idea que esa crisis se produjo, precisamente, por otorgar créditos a quienes no podían pagarlos.
Con tamaña evidencia de haber hecho papelones en todas y cada una de las cumbres internacionales de los últimos cinco años, Cris partió hacia México, a defender la soberanía nacional y nuestro derecho inalienable de cagarle la vida a tres mil quinientos kelpers sumándolos a nuestra virtuosa economía. Y nos dejó a Boudou.

Este es un gobierno que nos ha dado más de un motivo para descostillarnos de risa, si no fuera porque en la joda nos llevan puestos a nosotros. Sin embargo, en estos últimos días me he divertido tanto que tengo miedo de que no me puedan borrar la sonrisa. Porque una cosa es ver a Boudou ladrando con La Mancha de Rolando en cuanto acto pedorro se encuentre, o dando clases de militancia popular desde la Unidad Básica de Puerto Madero, y otra es verlo apretar a Moyano a través de un noticiero. Si bien ver al Vicepresidente boquear contra el lider de Camioneros es como tener a Polino puteando a Maravilla Martínez, peor es saber que Boudou ya merece una mención en el libro Guinness, en el rubro "Botón, Alcahuete y Traidor": en menos de tres meses, denunció por tráfico de influencias a Righi, quien lo había asesorado en numerosas ocasiones, mandó al muere al titular de la Bolsa de Comercio, con quien tenía teléfono directo, y se olvidó que Moyano fue el único que lo apoyó en su idiota ambición de presentarse a competir por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
El conflicto, a simple vista, no era muy complejo: un sindicato que todavía no arregló el aumento salarial para el año que corre, reclama el 30% de aumento salarial con intenciones de cerrar en un 25% si alguien se hace cargo de lo que descuentan por el impuesto a las ganancias. Hasta ahí, nada muy complicado de resolver en un país en el que crecimos a tasas chinas de forma continuada a los largo de nueve años, récord en la historia de la Vía Láctea, tal como dijera Cristina en su exposición ante el G-20 hace menos de 48 horas. Pero el Gobierno tiene intenciones de que nadie firme por un aumento superior al 21% y que el impuesto a las ganancias lo paguen hasta los estibadores del puerto. El sindicato tira de la soga, el Gobierno les moja la oreja, el sindicato amenaza con un paro, el Gobierno les arroja una conciliación obligatoria, el sindicato se la pasa por el ocote y el Gobierno los manda a visitar la entrepierna de sus madres. 
Arrancaron con un paro de camiones transportadores de combustibles y les tiraron con Gendarmería y hasta el carapintada Berni para garantizar el abastecimiento de combustible en Capital y alrededores, y que el resto del país se cague. Entiendo que el Gobierno suponga que si La Cámpora se pone a llorar porque la bonaerense no los deja entrar a la Legislatura provincial, todos sean igual de maricones, pero no me entra en la cabeza cómo se puede ser tan mamerto de suponer que una muchedumbre acostumbrada a reventarse a trompadas con quien se le cruce, podría llegar a amedrentarse por la presencia de los enanitos verdes.
Mariotto -a quien en honor al Hugo, pasaremos a denominar Piñón Fijo- fue en helicóptero hasta la planta de YPF en La Matanza, con la intención de aparecer en los medios al lado de uniformados de verde, con cascos y armados, dispersando a la multitud y permitiendo la "salvación de la Patria", como definiera el vicegobernador bonaerense en un delirio que lo lleva a comparar un apriete al sindicato con la liberación de Argel. Como bajó del helicóptero, se subió y se fue. No son tiempos de valientes. Berni, por su parte, presentó como un logro del gobierno la liberación de ocho camiones con 300 mil litros de combustible, que alcanzan a duras penas para llenar el tanque de 6000 autos, el 1% de los 600 mil que circulan diariamente por el área urbana de Buenos Aires. Los muchachos del camión se lo tomaron un poco a mal y avisaron que a partir de la medianoche, pararían los camiones de correo. 
Hugo Moyano, por su parte, siguió con la corriente militante que los psicólogos deberían bautizar como "Te Provoco en tu Resentimiento" y armó un picadito con Daniel Scioli -quien es el ideólogo de la teoría, una especie de Lacan de la rosca política de los últimos meses- en el que se sacaron fotos levantando la Copa de la Lealtad Gabriel Mariotto. Y mientras en la Rosada todavía trataban de digerir que el gobernador bonaerense hiciera con su imagen pública lo que le parezca, Moyano se acercó al canal emblema de La Corpo para acusar al gobierno de haberse convertido en "lo peor del gorilismo", llamar "Piñón Fijo" a Mariotto y decir que "Cristina es tan soberbia que cree que es la reina y dueña de todo lo que pasa en el país". Desde 678 respondían -a la misma hora- que Moyano se había aliado a Clarín y Barrionuevo para voltear al gobierno, definiéndolos como la nueva oligarquía. A esta altura, han creado tantas nuevas oligarquías, que esta vendría ser algo así como Oligarcas VI, El Retorno de los Negros. 
Randazzo, de tanto querer diferenciarse de Boudou, se mandó un moco tan caro como el precio de sus relojes: denunció penalmente a los Moyano -Hugo y Pablo- e instó a que Scioli, el tipo al que le niegan la guita que le corresponde para pagar los salarios de los trabajadores bonaeresnses, haga lo mismo "en defensa de los intereses de su provincia." Scioli está de vacaciones, así que mucho no debe haberse preocupado. Moyano se enteró al aire, en TN, y le respondió a Randazzo con la nacionalización del paro mientras le mandaba un tiro por elevación a su alcahuetería recordándole que su hijo no toma ninguna decisión, sino que la huelga es orden suya. Finalmente, y mientras Cristina se arrancaba la última extensión de cabello, el Hugo anunció una movilización a la Plaza de Mayo, invitando a todos los sectores a que adhirieran: cinco minutos después, ya se habían sumado la CTA, los judiciales y los ferroviarios. 
Cristina no lo puede ver a Moyano, y esto no es de ahora. Nunca lo tragó, por negro y por hinchapelotas. En la época de Néstor gobernador, el sindicato de camioneros realizó uno de los bolonquis más recordados en la historia de la provincia de Santa Cruz. Aunque no fue en contra del entonces gobernador, los empresarios damnificados eran todos amigotes de Néstor, con lo cual el conflicto se volvió casi personal. Néstor, vivo y consciente de la vitalidad de tener a los sindicatos tranquilos en pos de poder completar un gobierno, supo limar las asperezas. Cristina, rencorosa y resentida como siempre -y al igual que como hizo con todos los cercanos al difunto marido- jamás pudo tolerar a Moyano.
Hay distintas formas de construir, ampliar y conservar el poder. Cristina lo heredó, nunca le interesó ampliarlo y ni siquiera tiene idea qué carajo es eso de conservarlo. Nunca pudo aceptar que llegó a Presidente por ser la mujer de Kirchner y, en su loca cabecita de eterna quinceañera toloseña con aspiraciones de high society, siempre supuso que a la máxima autoridad del ejecutivo se la obedece y admira porque sí. Tal como insinúa cada vez que puede, ella está ahí "porque Dios quiso". Y sus seguidores adhieren a la teoría de la Reina Sol: creen que gobierno y Estado son la misma cosa, el concepto de contrato social les resulta tan aburrido y desactualizado como La Comunidad Organizada y, desde esa ignorancia perpetua y voluntaria, defienden a Cristina porque hay que defender al gobierno y la Patria. Cristina lo es todo. 
Nunca se preguntan cómo es que llegó el kirchnerismo al poder, porque eso demostraría que en 2003 no los votaron, que Néstor pasó de ser un ignoto gobernador con un apellido impronunciable a entrar al ballotage gracias al laburo de los sindicatos y al padrinazgo de Duhalde, y que no podría haber sobrevivido un año en el poder con un 22% de los votos, sino hubiera sido por la mano gigantezca que le dio la CGT de Moyano para frenar los reclamos sociales. 
Anoche, y en menos de cinco minutos, ya calificaban a Moyano de "traidor", mientras se mofaban de forma de hablar, en un claro acto de clasismo. A Cristina la apoya su pueblo, dicen sus militontos, con lo cual surge una gran pregunta: Si el concepto de pueblo excluye a los ricos que más guita aportan en impuestos; a los productores agropecuarios que emplean a más de un millón de personas; a la clase media que banca esta joda día a día a fuerza de impuestos tan ridículos como el de la "riqueza" de tener un auto, un departamento y una choza en Mar del Tuyú; a los caceroleros porque son de zona norte; a los que se quejan de la inseguridad porque son unos fachos tremendistas a favor de la mano dura; a los jubilados porque son unos viejos amarretes; a los usuarios de ferrocarriles porque viajan en el primer vagón para hacer más rápido; a los trabajadores de prensa porque mienten; a los docentes porque laburan cuatro horas; y a los sindicatos porque son la neo oligarquía traidora ¿Para qué pueblo gobiernan? ¿Para los indigentes que esquivan cuando salen de la Rosada? ¿Para los indígeneas que matan de hambre, cuando no los corren a tiros? ¿Para los pobres a los que les tiran tres billetes de Roca por mes y les rompen el culo cobrándoles el 21% de IVA en un litro de leche? ¿Quién es "el pueblo"? ¿Para quién gobiernan?
Por último, vaya una aclaración personal. Muchos tienen miedo de sentir simpatía por Moyano bajo la teoría de que "el enemigo de mi enemigo, no es precisamente mi amigo." Mis extremos no son tan extremos. No considero al gobierno un enemigo, sino una manga de payasos impresentables, incapaces de ganarse el mango en la calle y con serios complejos de Edipo no resueltos, huérfanos patológicos que necesitan de una mamá que les diga qué hacer, los cague a pedos y los ridiculice en público. No los odio, me cago de risa de ellos. Y si pasé tantos años puteando por la estupidez colectiva de la oposición, no pienso ni tengo ganas de ponerme en contra de un reclamo de los camioneros que es idéntico al mío: que dejen de cagarme la vida haciendo bosta el salario que me pagan porque lo trabajo. Para muchos, Moyano es Dios, para otros tantos, un garca. Pero al día de hoy es el único dirigente con convocatoria que salió a pelear la calle. Es lo que hay, pero no es poco.
Jueves. Lo digo desde hace siete meses, pero cuando hablo pasa un tren: acopien alimentos no perecederos y leña para pasar el invierno.

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