Política y suciedad


El Chita había posado sus ojos en la cría de Babuino que se aferraba al pelaje del abdomen de su madre. Apenas se había decidido a avanzar sobre el terreno de los simios, el líder o macho alfa lanzó un primer grito de advertencia que el felino apenas captó. Ante la cercanía creciente, el simio decidió comenzar su carrera entre gritos y colmillos expuestos para evitar que la infiltrada presencia pudiera alcanzar a su pequeña y tierna presa. 
El gato comenzó la huida y entre indecisiones, avances y paradas, fue expulsado por un Papio más enojado que nunca y con una masa corporal que lo ponía en clara ventaja.
Los Babuinos de esa zona de Africa solían alimentarse en aquella sabana con una base constante de insectos y plantas duras. La provisión de agua estaba asegurada por el río que corría sus aguas a pocos cientos de metros de distancia. Pronto los ciervos comenzaron a habitar el mismo terreno. Ellos avisaban de la presencia de extraños y a cambio los Babuinos se hacían cargo de la pesada carga de combatir al enemigo. 
Una simbiosis perfecta.
Salvo que los Babuinos suelen ser también carnívoros para equilibrar su magra dieta y los pequeños cervatillos terminan de tanto en tanto devorados por sus fauces, mientras sus parientes más cercanos continúan pastando en las cercanías sin darse cuenta del peligro inminente.


OPin

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