La historia de Aime



Por Ezequiel Alvarez


Fue el elegido, hoy es el blanco. Amado Boudou fue una apuesta fuerte de kirchnerismo, el candidato de CFK para la vicepresidencia, el delfín para las próximas elecciones presidenciales y el que le dio “contención” a la presidenta en los momentos de mayor soledad. Pero ¿Quien es “Aime”? ¿Qué oculta su pasado que permite entender su traumática estadía en la Rosada? Es, al fin de cuentas, un nuevo muñeco descartable, caro pero muñeco al fin, en el Palacio bonapartista. Un muñeco que aún retiene el “apoyo” de la poderosa mesa chica solamente porque su caída significaría otro horror que pondría nuevamente en evidencia el cuestionado método de construcción cristinista, en donde muchos funcionarios y estructuras oficialistas temen verse reflejados.


AQUELLOS BUENOS Y VIEJOS TIEMPOS.


Frisco Bay era el termómetro de la noche marplatense. Boliche “top” por excelencia, fue una gran pasarela para las figuras que frecuentaban la “perla atlántica” en la década de los 80. Entre tragos y charlas, “Aime” logró tener un lugar en el local nocturno. Primero arrancó como tarjetero en las playas y luego pudo dar rienda suelta a dos de los grandes amores de su juventud –aparte de militar en las filas de la Unión del Centro Democrático (UCEDE)-, trabajar de disc jockey y encargarse de contactar a los principales grupos musicales del momento, como Los Pericos, Los Ratones Paranoicos, etc. Incluso llegó a demostrar su habilidad “pinchando” discos en Sobremonte y El Morro de Santa Clara del Mar. Pero, su ambición lo llevó a más y armó una empresa de organización de eventos que produjo los míticos recitales playeros Rock in Bali, donde tocaron Sumo, Virus, Los Violadores y Soda Estéreo. En la noche, Amado Boudou era un personaje conocido, siempre con un look canchero, amante de las guitarras y las motos de alta cilindrada. ¿Había algún lugar mejor para ser un bon vivant que Mar del Plata en verano? Playas, mujeres, noches interminables, amigotes por doquier. Amado era un pez en el agua durante la temporada estival, y fuera de ella sabia muy bien qué negocios hacer. Pero no todo fue descorchar y entregarse a los placeres de la noche. Ya desde joven comenzó a destacarse como alumno de Economía en la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde obtuvo un 8,19 de promedio final. Al mismo tiempo se erigió como dirigente de la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU) –brazo estudiantil del foco infeccioso liberal de la UCEDE-. Mientras Raúl Alfonsín edificaba la salida “democrática” post dictadura, Amado era un adelantado. Las ideas por las que luchaba con sus compañeros de la UPAU –entre los que se encontraba el actual titular de la AFIP Ricardo Echegaray - estarían hermanadas en los próximos años con las medidas implementadas por el menemismo privatizador. Un pasado más de “pizza y champagne” que “nac & pop”.


La noche no solo trae resacas por la mañana, también es un lugar propicio para hacer contactos y negocios, en especial de esos que no se aclaran por más que salga el sol. Aparte, Mar del Plata es la joya de la costa atlántica durante tres meses pero el resto del año es igual de corrupta, gris y sucia que cualquier otra gran urbe (sin ánimos de ofender a ningún marplatense). En la suciedad, Amado vio un negocio. Frisco Bay quedaba sobre la ruta 88, pegada al basural de la empresa recolectora Venturino Eshiur, en la cual Boudou hizo sus primeras armas en el sector empresarial privado. En solo dos años, paso de ser un empleado en el departamento comercial, a hacerse cargo de la gerencia general de la compañía. En 1995, la empresa quebró porque Mario Russak - padrino político de Amado y ex intendente marplantense durante la dictadura y de 1991 a 1995 - le sacó la mitad de la zona de recolección que cubría por incumplimiento en el servicio. Dicen que algunas conductas son reiterativas y ésta no sería la primera vez que a Aime muerde la mano que le da de comer.


PROBANDOSE ROPAJE DE PUINGUINO.


Y un día “Aime” dio el salto. Luego de 30 años viviendo en Mar del Plata, volvió a la ciudad que lo vio nacer. Fiel a su estilo, en 1998 desembarcó en Capital Federal con muchos contactos útiles y varios negocios debajo del brazo. De la mano de Benigno Velez – un viejo compañero de militancia universitaria que hasta hace poco era gerente general del BCRA- llegó a la Anses y fue escalando posiciones con el correr del tiempo. Con la ayuda de un nuevo padrino de turno y gran impulsor de su figura dentro del kirchnerismo –el ex jefe de gabinete e intendente de Tigre Sergio Massa- de un simple analista pasó a ser el titular del organismo previsional. Si hay algo que queda claro, es que Boudou sabe como escalar posiciones de manera meteórica por encima de opiniones de propios o ajenos, liberales o peronistas. Fiel a su ideología, perfeccionó sus conocimientos y realizó un master de Economía en la universidad CEMA, usina de teorías neoliberales y de exponentes de esta política como Pedro Pou, Jorge Avila o el ex ministro de economía menemista Roque Fernández. Luego, se desempeñó como profesor titular de Análisis Económico de Empresas en la institución, cosechando elogios entre su alumnado por su carisma y “la buena onda”.


Su paso por la Anses fue interrumpido en diciembre del 2003 por una licencia que solicitó para asumir el cargo de Secretario de Hacienda del Partido de la Costa, bajo la gestión de Juan De Jesús. La firma de Amado fue la encargada de rubricar el polémico Plan Federal de Viviendas que lanzó Julio De Vido. Plan devenido en escándalo porque de las 486 casas que debían ser construidas en San Clemente, San Bernardo y Mar de Ajo, solo se hicieron 100 a la fecha estipulada para la finalización de las obras. A todo esto, la empresa constructora involucrada, Cantera FC, abandonó el proyecto sin concluir, pero con las cuentas bancarias a tope, ya que cobraron más del 70 por ciento del presupuesto total. La suerte y la agenda de Boudou jugaron un buen desempeño para que la investigación fuera archivada en el Consejo Deliberante, con el voto de la mayoría oficialista K. Un momento clave en la vida de “Aime” fue cuando Néstor Kirchner dio el visto bueno para implementar el proyecto de la estatización de las AFJP elaborado por el ex disc jockey. Ese hecho dividió aguas en su vida personal y fue una aparente redención de su pasado, incluso fue cuestionado por su entorno liberal y dejó de frecuentar CEMA. Este reciclaje dentro del proyecto “nacional y popular” y las inocultables simpatías que le prodigaba CFK le permitieron a Boudou acceder al máximo cargo del Palacio de Hacienda en 2009. Joven, de clase media, pintón, educado en las universidades del establishment - pero con una cintura política para tomar medidas en sintonía con el despacho presidencial -, el actual vicepresidente comenzó a hilvanar un incipiente entramado político “propio”, aunque siempre bajo la mirada atenta de Cristina Fernández. Ya para entonces, tenía excelente relación con De Vido, uno de los actuales “borrados” de la mesa chica presidencial. Es que, gracias al dinero de la caja jubilatoria, el Ministro de Planificación pudo financiar alguno de los proyectos más importantes de infraestructura de la gestión, como la construcción de las centrales térmicas de Ensenada, Santa Fe, Pilar –a cargo de la empresa kirchnerista Electroingenieria- y la finalización de Atucha II.


TARJETEANDO DESDE EL MINISTERIO.


Pero ya consolidado en su despacho de Hipólito Yrigoyen 250, Boudou comenzó a hacer de las suyas de nuevo. El vicepresidente no es una persona a la que le falla la memoria y menos con un cargo de suma importancia; aunque el control de la economía real estaba en manos del propio NK. “Aime” se acordó de viejos amigos a los cuales no dudo en convocarlos para que sean sus aleros en esta nueva etapa. A modo de una rendición de cuentas, su primera reunión como ministro de Economía no fue con CFK, ni con otro ministro o ficha clave en el armado oficialista, sino que invitó a su oficina a Marcelo Artime, amigo personal de la UCEDE y presidente del Consejo Deliberante marplatense que archivó el desfalco que manchó al Plan Federal de Viviendas del Partido de la Costa. A la hora de formar su equipo de trabajo más cercano, también recurrió a viejos amigos. Algunos cargos se efectivizaron y otros no, como el caso de Juan Guiñazu. Este abogado marplatense había cumplido funciones en la Anses cuando Boudou era el titular del organismo. Ya en su cargo de ministro, él evaluaba reubicarlo al frente de la Secretaría de Política Económica o en la Jefatura de Gabinete de Economía. Lo que pocos saben es que el padre de Juan Guiñazu, Rafael, tiene un amplio y oscuro prontuario dentro de las Fuerzas Armadas, desempeñándose como capitán de fragata, subjefe de la Base Naval de Mar del Plata en 1977 y jefe de Buzos Tácticos de 1976 a 1978. Actualmente se encuentra en arresto domiciliario, imputado de 430 hechos de torturas física, psicológica y violaciones. Sería interesante preguntarle a Boudou cómo logró mantener una relación afectiva y laboral con personajes ligados al genocidio del pueblo argentino mientras se desempeñaba como funcionario del “gobierno de los derechos humanos”.


La estadía de Boudou frente al Ministerio de Economía fue muy prolífera para su patrimonio y para los bonistas extranjeros. ¿Qué otra cosa se podría esperar de un joven político que “mamó” la doctrina de Alvaro Alsogaray y se admiró con Adelina y María Julia? Su gestión se caracterizó por una búsqueda incesante de hallar la forma de pagar la deuda del Club de París, por un intento de saldar las cuentas con los bonistas que quedaron fuera del acuerdo, y por garantizar el pago de la deuda externa. Sólo eso. Ninguna reforma económica seria, ningún punto de vista original de ese modo, ninguna objeción al manejo K. de la economía. Eso sí: esas pocas medidas tenían como objetivo preparar las condiciones para reiniciar el tradicional ciclo de endeudamiento externo, dependencia y servilismo que ha caracterizado a la economía argentina. Durante ese período de casi dos años, “Aime” infló su cuenta bancaria, acrecentó su agenda comercial y cultivó la simpatía de CFK, pero al costo de cosechar poderosos e influyentes enemigos dentro del Palacio. En su declaración jurada del año 2010, informó que su patrimonio había aumentado un 65 por ciento, pasando de $887.561 a $1.466.030. Algo poco claro teniendo en cuenta que su sueldo anual era de $338.130 y que, además, tuvo recursos suficientes parar crear una nueva empresa inmobiliaria y de inversiones con José María Nuñez Carmona, un viejo socio y amigo que ya venía “salpicado” en un caso de soborno por pauta oficial de publicidad. Siempre fue visto como un agente extraño por la militancia y los pingüinos de paladar negro. Pero, gracias a que el viento de cola empujó la economía argentina y que no fue tan golpeado por los escándalos o reveses como sus antecesores (Felisa Miceli y Martín Lousteau) ese rechazo fue minimizado y no tuvo consecuencias mayores.



Luego de la muerte de Néstor Kirchner, Amado comenzó a tener un rol protagónico aún mayor, ya que era -según el mismo se ocupaba de difundir a los cuatro vientos- quien se encargaba de “contener” a la presidenta en un momento muy delicado. Este favoritismo presidencial -que culminó en su selección como vicepresidente- le generó, como contrapartida, una ruptura irreversible con el que hasta ese momento era el círculo íntimo de Olivos: Máximo Kirchner –es decir La Cámpora-, el Secretario de Comercio Guillermo Moreno, el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia Carlos Zanini, el titular de la Secretaría de Inteligencia Héctor Icazuriaga, la Ministra de Seguridad Nilda Garré y su hijastro Abal Medina se sumaron a sus viejos enemigos, encabezados por el Ministro de Interior, Florencio Randazzo. Párrafo aparte merece la relación de Máximo e Icazuriaga: el numero uno de la Secretaría de Inteligencia es un “pingüino” de ADN, su relación con los Kirchner viene de la época donde la familia ostentaba la gobernación de Santa Cruz y conoce a Máximo desde temprana edad. No es ningún secreto que el hijo de NK y CFK se ha vuelto un asiduo seguidor de los “papers de inteligencia” y a sus manos habrían llegaron varias desgrabaciones de conversaciones telefónicas mantenidas por el actual vicepresidente donde hace alarde y ciertos comentarios poco reservados sobre su relación con Cristina a una serie de amigos y empresarios. Como para cubrirse las espaldas, Boudou proclama a todo viento que “Nací en la política dentro de este proyecto político”, pero él sabe que su periplo ideológico y su ascenso fugaz han entrado en zona de riesgo y que lo están controlando constantemente. Incluso él mismo denunció que su cuenta personal del mails está hakeada y hasta el propio Ministro del Interior, Florencio Randazzo, tuvo que salir a desmentir los rumores que aseguraban que era el encargado de la operación.


UN GRUPO DE AMIGOTES SE LANZA A LA AVENTURA.


El escándalo Ciccone Calcográfica es un síntoma del desgaste que sufre el entramado político que construye unilateralmente CFK. ¿Qué era lo que buscaba a la hora de elegir un compañero de fórmula? Según ella era la época de emprolijar el “proyecto” -de lo que ahora dio por llamar la “sintonía fina”- y para eso era necesario dar un signo claro a la burguesía nacional y a los agentes financieros extranjeros. Poner a un “Chicago Boy”, amigo personal de la actual Directora del FMI, la francesa Christine Lagarde, de vicepresidente era una muy buena señal para los banqueros internacionales frente a un panorama local de arcas flacas producto de la disminución del superávit fiscal. Fue a la sujeción económica lo que la aprobación de las Leyes Antiterroristas significó en relación al GAFI y el G 20: buena conducta. Cristina buscaba inmunizarse frente a los posibles focos de conflictos abriendo canales de diálogo con la usura internacional, haciendo todo lo posible para congraciarse sin traicionar totalmente su discurso, e incluso cerrando aún más su círculo interno, desoyendo hasta a su propio hijo. Y en ese juego cometió el pecado de confiar ciegamente en obsecuentes y halagadores, especialmente si provenían o tenían fluida relación con el establishment y, mejor aún, si eran jóvenes y apuestos. Primero fueron Lousteau y Mazza, después llegó Amado y todos fueron detestados por NK. Pero, en su caso, había toda una historia de oportunismo y negocios personales vinculados con la política que debieran haber alertado a la presidenta. Esa zaga no era desconocida por varios de los conspicuos miembros de la reducida corte, los que permanecieron con la guardia alta ante los encantos del carilindo ministro. Ellos sabían que, tarde o temprano, la perdiz iba a volar. Sólo era cuestión de tiempo. Entonces, salió a la luz el caso Ciccone, capitalizado por los monopolios burgueses de comunicación, una comatosa oposición y por los recelosos sectores kirchneristas que veían en Amado un fuerte y poco confiable delfín con acceso directo a las partes más reservadas del Palacio.


A la luz de las últimas novedades en este affaire, el escándalo viene de lejos y empieza a manchar mucho más allá del círculo de amigotes de Boudou. Aún cuando estaba en su cargo de ministro, “Aimé” aconsejó “desinteresadamente” a la mesa chica de Olivos avanzar sobre Ciccone por dos motivos: evitar el desabastecimiento de papel moneda -y el papelón de volver a imprimirlo en Brasil- y para quitar del medio al misterioso Grupo Boldt, sospechado de “duhaldismo” residual y de jugar con De Narváez en las anteriores elecciones bonaerenses. Boldt pertenece a Antonio Tabanelli, un muy buen socio de Eduardo Duhalde, que obtuvo beneficios excepcionales como el monopolio del juego en el norte del conurbano bonaerense y hasta la concesión del juego online y las máquinas tragamonedas. También es el concesionario prorrogado de la mayoría de los casinos de la provincia, empezando por el de Mar del Plata y siguiendo con el de Tigre, tan cercano al nuevo enemigo de los K, Sergio Mazza. "Boldt es Duhalde", es una afirmación muy acertada que fue creciendo luego de la derrota kirchnerista en el 2009. Los padrones para esas elecciones fueron confeccionados por una empresa gráfica del grupo Boldt, el que, aprovechando las extremas dificultades financieras que atravesaba la familia Ciccone, no sólo le soplaba negocios tradicionales sino que ya había puesto un pie en la propia competidora. Las fuentes de Palacio aseguran que Tabanelli tuvo la osadía de hacerle llegar esos padrones por adelantado y “por afuera” al padrino bonaerense con lo que le facilitó la tarea electoral a su candidato de entonces (De Narvaéz). En ésas circunstancias, entregarle el negocio de la impresión de los nuevos billetes a Ciccone era entregárselo a Boldt-Tabanelli y, con seguridad era darle aire a las exhaustas arcas del duhaldismo. “Aime” –con la misma rapidez con la que enganchaba canciones en Frisco Bay- vio un negocio y comenzó a gestar las condiciones para manotearlo. El primer paso era evitar que la Casa de la Moneda, empresa estatal donde tradicionalmente se imprimían los billetes, se reequipase a pleno para volver a cumplir su rol fundacional. Sólo hacía falta comprar algunas maquinarias nuevas y adecuar los procesos productivos y la vieja Casa volvería a estar en condiciones competitivas para imprimir bellos billetes, como aquellos de dos pesos con la cara de Menem que Armando Gostanian -su titular de épocas olvidadas- mandó a confeccionar para halagar al jefe. Pero si la Casa se modernizaba, chau negocio. Entonces, Aimé colocó en la presidencia de la Casa de la Moneda a una de sus amigotas –Katya Daura- y desde allí obstaculizaron cualquier tentativa de aggiornar la empresa. Ahora sólo restaba apoderarse de Ciccone y ordenarle la impresión de billetes que, de pronto, pasaba a ser urgente.


Los argumentos conspirativos de Boudou contra Ciccone-Boldt-Duhalde calaron hondo en la sensibilidad de un Palacio donde todo se mira con ojos de polizontes y donde todo es válido para impedir que reviva el espíritu del caudillo bonaerense. El visto bueno por parte de CFK no tardó en llegar. La estrategia fue que Boudou se encargara de encontrar un grupo empresario nacional que se hiciera cargo de la empresa y levantara su quiebra, cuyo principal actor y acreedor era la AFIP, es decir su amigo Etchegaray!! Varios de los cortesanos, incluso la propia presidenta, habrían imaginado que Boudou iría a ofrecerle el negocio a un Eskenazi, Grobocopatel, Ellrstein Spolsky, Electroingeniería o cualquier empresario con “conciencia nacional y popular”, de pocos escrúpulos y gran eficiencia en eso de repartir la torta, garantizar reserva y mantener a los buitres y a los medios callados. Pero, resultó que el “grupo empresario” elegido por el entonces ministro se asemejaba más a una banda de lúmpenes pequeño-burgueses, viejos amigotes de la noche y de la vida, que a la nueva burguesía nacional kirchnerista y, ni hablar, que a los sectores tradicionales de las clases dominantes. Cristina Kirchner se habrá llevado una fea sorpresa cuando se enteró que los encargados de tan delicada tarea iban a ser personajes de la calaña de José María Núñez Carmona y Alejandro Vandenbroele, un monotributista de la escala más baja de la categoría, señalado por su ex esposa como “testaferro de Boudou”. Y no hace falta investigar demasiado para cruzar las declaraciones juradas para establecer nexos entre Núñez Carmona, Vanderbroele y Boudou.


EL LEVANTAMIENTO DE LA QUIEBRA.


El primer paso para apoderarse de la empresa era que los Ciccone aceptarán romper cualquier tratativa con el Grupo Boldt-Tabanelli y reemplazarlo por un extraño y desconocido Fondo de Inversión, The Old Fund, radicado en una elemental oficina montevideana, el que sería representado por Vandenbroele, quien se encargaría de levantar la quiebra de la fallida y hacerse cargo de un pasivo enorme, pero ahora licuado y súper financiado. A cambio de ello, el misterioso y joven empresario se quedaría con nada menos que el 70 % de la vieja empresa familiar. Y, como decíamos antes, el gran obstáculo a sortear para salir de la quiebra era la deuda que el Grupo Ciccone mantenía con la AFIP y que constituía la mayoría absoluta del pasivo de la empresa. Pero de eso se encargaban “Aimé” y su amigo Ricardo. Para ésa época, 2010, Ciccone adeudaba a la AFIP una cifra que superaba holgadamente los ciento veinte millones de pesos. Vandenbroele se sentó a negociar un nuevo plan de pagos con el departamento jurídico del ente recaudador, que terminó con un insólito acuerdo firmado en noviembre de ése año. Por medio del mismo, la AFIP levantaba su pedido de quiebra mediante un inusual plan de pagos que superaba cualquier esquema legal utilizado hasta el momento por el ente: 168 cuotas con una tasa de interés de sólo el 0,5 %, inferior, de manera escandalosa, a la regulada en todos los acuerdos anteriores. Pero, para lograr que el Departamento Legal de AFIP avalara el acuerdo y posibilitara la ansiada firma de Ricardo -el mismo de la vieja UCEDE, Etchegaray-, Amado debió pedir por escrito un tratamiento preferencial para la empresa, para cubrirle las espaldas a su amigo. Así se llegó al absurdo cuando, en un escrito oficial, Boudou se dirigió a su amigo Etchegaray pidiéndole que sea benevolente con la Compañía de Valores Sudamericana SA (CVS) –como se rebautizo a Ciccone luego del ingreso de Vanderbroele-. Por medio de ese documento, que firmó Boudou el 8 de noviembre de 2010, la AFIP destrabó la situación y CVS logró aquella moratoria extraordinaria. Con un pago inicial de poco más de un millón de pesos. El principal y privilegiado acreedor de la quiebra se daba por satisfecho y se allanaba al levantamiento de la inhibición judicial, arrastrando detrás suyo a los demás acreedores. Cuando estalló el escándalo, durante la conferencia de prensa que debió realizar Echegaray para dar alguna explicación que lo pusiese a salvo, un periodista le preguntó por cuantas de las muchas empresas que se encuentran en la misma situación –o peor teniendo en cuenta la cantidad de trabajadores involucrados- el ex Ministro de Economía intercedió tan eficazmente. No pudo contestar, sencillamente porque fue el único caso!!


Sin embargo, las balas siguen repiqueteando cerca de la AFIP y desnudando el circulo de complicidades: ahora resulta que todo el acuerdo firmado en el 2010 podría ser declarado ilegal porque no se incluyeron en la cuenta los casi 20 millones de pesos de intereses impagos que llevaba acumulada la deuda original de Ciccone al momento de la firma de ese convenio. O sea que, en el apuro por satisfacer el pedido del entonces ascendente delfín, toda la eficiencia recaudadora de la agencia fue “incapaz” de detectar una diferencia de esa magnitud!! No obstante, con las cuentas “arregladas” con la AFIP, Vandenbroele se dedico a “melonear” y apretar a los demás acreedores. Con la misma trama de presiones y favores, obtuvo acuerdos de similar benevolencia, que aún no salieron a la luz, con el Banco Provincia y el Nación y convenció a los trabajadores de que aceptaran su nueva gestión y pospusieran sus reclamos en la quiebra, porque, coinciden varios de ellos, “el gobierno me banca”. Quizás usó el mismo argumento para que el juzgado interviniente le diera curso al acuerdo extrajudicial en tiempo récord y así, con apenas un millón y medio de pesos, Boudou y sus amigos se hicieron con el control de una empresa que no vale menos de 250 “palos” y a la que le garantizaban trabajos por cifras siderales. Pero ni siquiera ese miserable “palito y medio” salió del bolsillo de los muchachos: dicen, cerca del Palacio, que lo aportaron algunos amigos banqueros del entonces ministro, quizás como pago de reservados favores. Dicen, también cerca de la Corte, que el propietario del Banco Macro, Jorge Britto, no sería ajeno a estos enjuagues y que ello explicaría su actual eclipse de los pasillos del poder.


MOVIMIENTO DE FICHAS.


El silencio que se mantuvo desde las esferas oficialistas -a partir del destape de la trama secreta del caso Ciccone y su judicialización- fue utilizado por los medios monopólicos opositores para golpear la imagen del vicepresidente y por añadidura la de CFK. ¿Qué diferencia los anteriores escándalos dentro del gobierno kirchnerista del caso Ciccone? A Boudou –que fue elegido por la presidenta sin ningún tipo de consentimiento y callando críticas de sus más íntimos- lo apuntan desde afuera y desde adentro. También fue duramente criticado por Hugo Moyano, que paso de ser un leal aliado al gobierno nacional y ferviente defensor de Amado ser un “paladín de los obreros” y a afirmar que “la Justicia debe ir hasta el fondo, hasta donde corresponda” y que el caso Ciccone es “un tema delicado que no puede pasar inadvertido”. Está claro que la presidenta comienza a pagar el precio de su personalismo y que una precipitada y abrupta salida del vicepresidente sería un duro golpe que no entra en los planes de nadie. Para contrarrestar los ataques, Boudou fue “empujado” a desfilar por los medios de comunicación oficialistas de una manera tan lastimosa que hasta la pregunta más ingenua del mercenario de turno lo incomodaba y se excusaba en un “es todo mentira”. También debió suspender una exótica gira por Corea del Sur y el Sudeste asiático cuando estaba con u n pie en el avión. Varios fueron los funcionarios –que por orden presidencial- salieron apoyar al vicepresidente, aunque sea tibiamente. Uno de ellos fue Gabriel Mariotto, quien afirmó que Boudou es un “hombre de una gran sensibilidad, un gran compañero, un militante comprometido con la construcción política que conduce Cristina”. No es un dato menor que Mariotto salga en defensa del que picaba en punta para suceder a CFK, ya que es el hombre del cristinismo dentro de la Provincia de Buenos Aires que desgastar a Scioli, uno de los grandes ganadores de la caída de “Aime” en sueño de futuro candidato a presidente. Si algo queda claro, es que nadie puede ir a fondo por la cabeza del vicepresidente. La oposición burguesa sabe que la Justicia cómplice K solo puede llegar a condenarlo con una pena menor ligada con al tráfico de influencias, de tenor insignificante comparada con la destrucción de su imagen pública y de su programada candidatura como sucesor de CFK. En la mesa chica de Olivos, nadie derrama una sola lágrima por “Aime”, sino que observan atentos cada movimiento de una causa judicial que tiene aires de un nuevo caso Skanska: mucho ruido, mucho escándalo, muchas sospechas, mucho desprestigio pero poco y nada de justicia efectiva.


Como para reafirmar ante el país que “acá no pasa nada, mando yo!”, el último día hábil de marzo, la Presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont -siguiendo expresas instrucciones de CFK- ordenó, con carácter de urgente y sin licitación o concurso de precios alguno, la impresión de una nueva partida de billetes de cinco, cincuenta y cien pesos. Mágicamente, la Casa de la Moneda había sido puesta en condiciones de hacerse cargo de la mayor parte de la tarea, pero, una porción significativa le fue otorgada a la empresa de los amigos de Boudou. Y no se trata de un negocio menor: el estado nacional le pagará a Ciccone-Vandenbroele- la friolera de 170 millones de pesos!! No pasa inadvertido que, en medio del escándalo –con investigación judicial abierta y en progreso- esta decisión es una reafirmación del estilo bonapartista de decisiones que caracteriza al “cristinismo”, por un lado, pero, también a la necesidad de salir en defensa pública del deteriorado Boudou, más parecido, en la actualidad a una famélica mojarra que a un prometedor delfín. La similitud entre esta reacción del Palacio y los aplausos y ovaciones de despedida al héroe Juan Pablo Schiavi -ex Secretario de Transporte y primer responsable de la tragedia del FC Sarmiento-, a la defensa irracional y mendaz de la megaminería y a tantos otros desatinos que comienzan a ser habituales, habla por si sola. Un gobierno que alcanzó el pico de su popularidad hace tan sólo cinco meses, se encuentra, cada vez más sumergido en un pantano de dificultades en el que demuestra menos cintura política que Bambi pero más presunción imperial que María Antonieta. En tanto, las encuestas de opinión –a las que era adicto NK y que tanto detesta CFK- hablan, a fines de marzo, de una caída en lo que va del año del 19 por ciento en la imagen positiva del gobierno. Pero nada, ni esas encuestas, ni la bronca popular por la tragedia ferroviaria, ni el malestar por los aumentos incesantes de los precios, ni el escándalo Ciccone parece que fueran a alterar el curso general del gobierno a confrontar con su propia base electoral, claramente en proceso de desencantamiento con los ritos y, sobretodo, con las políticas palaciegas.


“La historia de los vicepresidentes ha sido bastante triste y yo voy a ser el mejor vicepresidente que ha habido, porque voy a estar acompañando a la presidenta hasta el último día formando parte de su proyecto político” proclamó “Aime”. Duro y arduo camino tiene por recorrer, aunque todo parece indicar que se va a despistar antes de tiempo. Hoy, es un vicepresidente sin poder y con futuro de pronóstico reservado, al cual la Justicia acaba de allanarle su casa por la causa Ciccone. Su día se divide en presidir el Senado de la Nación Argentina, disfrutar de sus motos mientras pasea en su Puerto Madero adoptivo y esperar que vuelvan a atender su teléfono aquellos que lo hacían cuando él era el elegido, sin olvidarse de cumplir con sus apariciones en importante en ceremonias y actos protocolares de significación cuasi escolar. Hasta la misma presidenta CFK se encargó de asestarle un duro golpe al ningunear a su amigo y heredero político en el Palacio de Hacienda, Hernan Lorenzino, y darle el manejo real de la cartera a Axel Kicillof, economista de La Cámpora que ocupa el segundo lugar jerárquico en el Ministerio de Finanzas Públicas, mientras que la economía diaria es controlada por Guillermo Moreno. Así, su incipiente entramado de amistades políticas está casi extinto. Lo que Cristina da, Cristina quita, y “Aime” esta más solo que nunca. Muchos funcionarios que fueron tocados por el dedo del beneplácito presidencial y catapultaron su carrera dentro del kirchnerismo, conocen bien esa gran verdad. Temen, en lo profundo, no ser el próximo muñeco en un juego capitalista donde hay una sola reina que, además, reina sola.

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