Otra vez sin La Maga

Texto de cierre por Carlos Ares
de Revista La Maga, el miércoles, 1 de febrero de 2012 a la(s) 17:34

Alguna vez, en la primera vida de La Maga, sentí que esta revista no era más que un techito de papel, un diario doblado, un intento generalmente inútil para cubrirse de cierta melancolía finita que insiste en caer a veces sobre nuestras vidas en ciertas épocas. Me parecía que su lectura te dejaba como al amparo de un umbral, protegido por el talento y el hacer de gente querida que habla y dice, y denuncia, y protesta, y reclama. Y que, además, por su tamaño y por el gramaje de su papel, de pronto descubrías que también servía para eso. Para taparte cuando llovizna.
Cuando asomó a su segunda vida, cinco meses atrás, preguntando si había alguien ahí, tuve la sensación de que en la penumbra tormentosa de las calles solitarias cientos de cabecitas de parejas salían desde los mismos umbrales. Romances de otra época, detenidos en el tiempo, amorosas personas que se leían en los ojos la alegría de mirarse nuevamente.
Fue dicho y escrito en aquel primer número que no importaba nada, sólo estar, solo verse, sólo reencontrarse. Y sucedió.
Hasta ahora, cuando La Maga se retira, suspende su salida y queda otra vez a la espera.
Una decisión y una responsabilidad que asumo como director sin excusas y con explicaciones claras: Acepté la tarea de organizar los medios de la Ciudad de Buenos Aires, sus emisoras de radio, su señal de televisión y sus portales en un Multimedios que pueda de algún modo servir mejor a los ciudadanos. Una tarea que va a demandar un gran esfuerzo de todos los involucrados y que, naturalmente, en mi caso, es incompatible con la dirección de un medio privado.
Como saben, La Maga no es una empresa común, ni pequeña ni mediana, es el resultado de la voluntad de muy pocas personas que contribuyen con su esfuerzo y con su bolsillo. Una baja, por la razón que sea, no es una ausencia más. El reemplazo es casi imposible. Las alternativas buscadas entre diciembre y enero no dieron resultado. Por otra parte, aún cuando desde La Maga se ha considerado como deliberada y ajena la “guerra” iniciada desde el poder y sus medios serviles contra otros sectores del periodismo profesional, La Maga ya había sido apuntada como blanco para ser atacado y hostigado.
Y mucho más lo hubiera sido si su director está a cargo además de los medios de la Ciudad. La función pública pone a prueba la ilusión de los que no tienen ninguna experiencia anterior, ni llegan desde una militancia política. Se corre, en ese sentido, un riesgo enorme porque las trayectorias, los años de trabajo, quedan a merced de los eternos siniestros del sistema que no quieren interferencias que puedan afectar sus privilegios, sus subsidios, sus prebendas, ni permiten cambios en lo que consideran propio desde hace años.
Pero no es eso lo peor, la maledicencia, el prejuicio, el insulto, todo lo que a veces transporta la cloaca en red, no es tan grave cuando uno sabe quién es, que hizo y que hará. A cierta edad, no atreverse, no comprometerse, no intentarlo, dejaría un regusto amargo y constante aún más penoso.
Así es que me llevo La Maga conmigo. Su estilo, su dignidad, su decencia. Y con ella, ustedes. Voy a tratar de reconstruir un espacio similar, el de mayor libertad posible. Nadie, ningún otro medio, ha podido superar a La Maga en eso. Los colaboradores, los entrevistados, los lectores, pueden dar fe de que ha sido así.
Y será, así. Porque La Maga no cierra, suspende su salida hasta que un relámpago, en medio de una tormenta feroz, alumbre su tercera vida.

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2 Comentarios

  1. Que buen texto, y que mejor intención.

    Un abrazo

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  2. Es raro encontrar gente honesta que sepa que hay cosas que van antes que nuestra propia voluntad. Esperaré una nueva apertura de tan importante revista cultural.

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